«Si lo esencial está, en un acercamiento de las políticas, franceses y alemanes deben también poder identificarse a las instituciones, que representan un destino común. La idea de un ministro franco-alemán o la de embajadas comunes siguen teniendo un mensaje muy fuerte. La crisis complica las cosas, porque fragiliza a Alemania tanto como afecta a nuestro país. Sin embargo detuvo la divergencia creciente de las políticas económicas. Enfrentadas a dificultades similares, París y Berlín deben aprovechar la ocasión de la salida de crisis para impulsar una nueva convergencia».