martes, mayo 7, 2024
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Portugal: cuando la deuda se marcha a un punto de no retorno

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Ese fantasma planeó sobre España y de ahí venía el rumor sobre el posible rescate. Cuando la rentabilidad de la deuda se dispara demasiado, llega un momento en el que un país, si quiere emitir nuevos bonos para continuar financiándose, debe replicar los tipos de interés de mercado tan altos. Y llega un momento en el que esa economía es incapaz de pagarlos.

Hay que recordar que no hace muchas semanas, España tenía la prima de riesgo con Alemania entorno de los 300 puntos básicos. Por ahí surgieron los miedos a una intervención. Ahora, nuestro país puede emitir en la zona del 5,2% y el diferencial con Alemania está por debajo de 200 puntos. Si el mercado secundario dispara la rentabilidad a, supongamos, el 7% (una locura, pero, repito, supongámoslo), el Tesoro debería emitir nuevos bonos al menos a ese tipo de interés para que hubiera compradores interesados. Pero ¿y si España no pudiera hacer frente a una emisión tan cara? Pues quebraría, haría default, precisaría un rescate… en cualquier caso, nada bueno.

A Portugal le está ocurriendo eso. El mercado secundario ha castigado tantísimo su deuda que le ha cerrado las puertas al Gobierno para colocar nuevo papel. La puntilla se la ha dado Moody´s con su nueva rebaja de calificación, lo que reabre el debate sobre el rol de estas agencias (si no informan antes, sus calificaciones no sirven de nada y si lo hacen antes, contribuyen a hundir al activo en cuestión).

Si su deuda ronda los 600 puntos básicos con la alemana, es decir, supera ampliamente el 9%, sin duda nuestro país vecino no estará en condiciones de emitir nuevos bonos. Su rentabilidad es prácticamente la de un bono basura.

A España le ocurrió lo contrario

La situación inversa también ocurre. Concretamente, a España le ocurrió a principios de la pasada década. Cuando nuestros bonos subieron tanto en precio y por tanto, bajaron proporcionalmente en rentabilidad, llegando a tener prima de riesgo cero con Alemania o incluso negativa (es decir, ¡¡los mercados consideraban que Alemania era una economía con más riesgo para invertir que España!!), el Gobierno del PP aprovechó para recomprar todos los bonos que pudo. Es decir, si emitió al 5%, por ejemplo, recompró al 3%. Si los colocó a 100 puntos, los recompró a 80, en lugar de amortizarlos al vencimiento a 110. Una jugada maestra, que permitió que tengamos una saneada ratio deuda/PIB, mejor a la de casi todos los países de la Eurozona.

La rentabilidad de la deuda funciona de manera inversa al precio del bono. Por ejemplo: si un bono colocado a un precio de 100 puntos, con una rentabilidad del 10%, sube en el mercado secundario 10 puntos, hasta 110, su rentabilidad será del 9%. Al revés, si cae a 90 puntos, su rentabilidad será del 11%.

Los operadores compran bonos por su precio en el mercado, intentando que suba para venderlos antes del vencimiento. Con este movimiento, las rentabilidades fijan tendencia. Si un bono está muy comprado y su rentabilidad baja es señal de que las expectativas del país (medibles con los datos económicos como el paro, la inflación, la producción industrial etcétera) van bien. Y viceversa.

En temporadas menos convulsas, la deuda suele ser, sin embargo, antitética: mejora en precio cuando los datos son malos y viceversa. Esto es porque los inversores en bonos siempre temen que haya subidas de tipos de interés, lo que ocurre cuando la economía funciona bien y hay riesgo de recalentamiento. Pero esos tiempos pasaron y tardarán en volver.

M.L.T.

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