domingo, mayo 5, 2024
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Un Atlético sufridor vuelve a soñar con la Champions

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El ambiente previo al envite no dejó duda alguna. Más allá de resaltar como la alternativa a Madrid y Barcelona en el campeonato doméstico, el Atlético de Madrid sueña con la Champions. Eso, aunado a la sed de venganza del Bayern, propició un duelo alejado de una mera pugna por el liderato del grupo. La intensidad se palpó desde el inicio, donde los rojiblancos aprovecharon su condición de locales para acomplejar a los alemanes, siempre con las bandas como primera opción.

Un duelo a la altura

No había momento ni lugar para el despiste. Que se lo digan Javi Martínez, que tras un mal control, vislumbró como Torres le arrebataba el esférico y cerca estaba de probar a Neuer. Pero lo cierto es que la equidad esperada, fue tal sobre el césped. El conjunto de Ancelotti, al compás de Thiago, gozó de la primera ocasión clara. Müller, por un instante, enmudeció el Calderón, que instantes después vitoreaba la respuesta de Oblak.

Un primer cuarto de hora complejo para los locales, que vivieron encerrados en su área, aunque siempre con una gran seguridad defensiva. Por la izquierda, Juanfran y Savic neutralizaba a Ribery, incapaz de irse en el uno contra uno. A la contra, vertical como siempre, el Atlético llegó al área rival lo suficiente como para meter miedo y conseguir que el Bayern retrasara sus líneas unos metros. Ante la imposibilidad de penetrar por dentro, apareció el desequilibrio de Carrasco, que permitió lucirse a Neuer.

Carrasco marca la diferencia

Minutos después fue Torres el que, por dos ocasiones, pudo desequilibrar la balanza. El Atlético combinaba rápido en la medular, y en la zona de tres cuartos de campo siembre hallaba en los costados una solución óptima. Hacía falta algo de magia, y ahí emergió la figura de los dos hombres de más calidad del Atlético. Griezmann regateó a Thiago y sirvió el balón a Carrasco. El belga se perfiló en la frontal, y con un disparo cruzado que previamente tocó el poste, puso el 1-0.

A partir de ahí, y a excepción de una llegada peligrosa de Ribery, fue el Atlético el que tomó la batuta. Con las líneas muy juntas, y sin error en la salida de balón, supieron someter a un Bayern impotente. Ancelotti, que conoce de sobra al conjunto rojiblanco, meditaba una solución desde el banquillo. El colegiado indicó el final del primer periodo y el Calderón aplaudió la entrega de los suyos.

Ancelotti agota sus balas

El técnico del Bayern, como era de esperar, no se quedó impasivo ante la situación. Robben, Hummels y Kimmich entraron al césped, con el objetivo de revertir una primera mitad algo descafeinada. Lo cierto es que esos movimientos surgieron efecto. El Bayern halló cierto comodidad para transitar en zona de tres cuartos. Y las oportunidades no tardaron en llegar. Primero Müller, y después alaba, alertaron al Atlético de que aún restaba mucha batalla.

El conjunto rojiblanco no cambió su esquema, sino que empezó a relucir sus virtudes. Y es que, pese al cambio de juego que ha exhibido en sus últimas citas, no ha olvidado su hábitat natural: el contragolpe. Esa propuesta dio sus frutos, y los pupilos de Simeone, que apenas se habían asomado al campo contrario, anduvieron cerca de abrir brecha en el marcador gracias a un disparo ajustado de Carrasco que detuvo Neuer.

La estrategia, en cambio, presentaba ciertas carencias. Desapareció el control del Bayern, sí, pero tampoco lo encontraron los locales. El envite se volvió loco, con un continuo vaivén que pudieron pagar caro los rojiblancos. Robben y Lewandowski rozaron el empate, y Griezmann puso la réplica. Los técnicos contenían la respiración, ante la temeridad que había adoptado el choque. El aficionado al fútbol, entre tanto, disfruta de una pugna sin tregua.

Griezmann no evita la agonía

A ocho minutos del desenlace, Filipe Luis trazó una diagonal hacia el centro. Se quedó frente a Vidal, escorado a la izquierda. Le miró, y le encaró. El chileno respondió con una obstrucción que el colegiado presenció a escasos metros. Pena máxima, que se encargó de ejecutar Griezmann. Pero el Atlético tenía que sufrir, está escrito en sus genes. El francés estrelló el balón contra la madera, y dio pie a que los alemanes buscaran un arreón final.

Pero a excepción de un cabezazo de Robben, mandó el Atlético. Gameiro, que había partido desde el banquillo, y Godín no estuvieron lejos de hacer el segundo. Simeone premió a Carrasco, Torres y Griezmann con una sustitución que provocó la ebullición de un Calderón que reclamó la hora. Tres puntos de oro de un Atlético que reclama la candidatura al título.

Alberto Puente

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