Bajo los focos de las grandes figuras emergen futbolistas olvidados. Marc Bartra y Nacho Fernández, ambos centrales, son el ejemplo perfecto de esta situación. Siempre vinculados a un mismo escudo, han crecido en busca de una oportunidad que pese a su calidad nunca se les ha concedido. La ardua competencia ha ensombrecido la labor de Fernández. En el caso del barcelonista Bartra, es la escasa confianza del técnico la que le ha privado de ser un referente en la zaga blaugrana. Dos futbolistas de calidad, esperanzas para la Selección, cuyos piropos no van más allá de un mero “ha cumplido”.
Sergio Ramos, Raphaël Varane y Pepe han sido el mayor obstáculo de Nacho. Sus compañeros, rivales en la búsqueda de su objetivo personal, se encuentran entre los mejores centrales del mundo. Y siempre han relegado al canterano a un segundo plano. En sus dos primeras campañas en el club blanco tan sólo sumó tres partidos. Una inercia que logró revertir a su favor con Ancelotti, etapa donde acumuló veintiséis encuentros. Con Benítez, también dispuso de minutos. Pero siempre, debido a la lesión o no disponibilidad de alguno de sus compañeros.
El pasado sábado, en el encuentro ante el Deportivo, Zinedine Zidane ni siquiera le convocó. En el campo, Nacho siempre ha demostrado su buen hacer. Contundente, y sin apenas errores, carece de esos altibajos que sí sufren algunos compañeros a lo largo de la temporada, como Ramos. Siempre ha aceptado su rol, pero con veinticinco años su salida podría estar cercana. Se ha cansado de no gozar de la titularidad y podría poner rumbo a un nuevo destino, ya que pretendientes no le faltan.
El caso de Bartra se presenta algo diferente. El central, durante su etapa en el filial, se erigía como una de las grandes promesas. Pero su papel se diluyó cuando ascendió al primer equipo, en parte debido a la firme pareja que formaban Puyol y Piqué. Tras la retirada del capitán, tampoco gozó del protagonismo esperado. La continua apuesta por La Masía, de la que tanto presumía el Barcelona, no fue tal en el caso de Marc, que observó cómo el club reforzaba su posición.
Primero le perjudicó que los técnicos apostaran por desplazar la posición de Mascherano. El argentino, antes mediocentro, empezó a jugar de forma habitual como central. Después llegó Vermaelen, aunque su contratación lesionado permitió a Bartra disputar veinte partidos a las órdenes del Tata Martino. Por último, apareció Mathieu, que ha ejercido tanto de lateral izquierdo como de central.
Con Luis Enrique, su participación es mínima. El técnico no ha contado con él en once de las diecinueve jornadas ligueras. Ante el Granada, ni siquiera le convocó. Y pese a cerrarle la puerta a una posible salida, el entrenador dijo en rueda de prensa que Bartra “debe mejorar”. Dos escenarios diferentes con un mismo resultado, el de dos talentos desperdiciados que sin embargo sí están en la órbita de la Selección, para la que su estancamiento puede ser un problema de futuro.