La fiesta del Toro de la Vega sigue provocando polémica, entre sus defensores y sus detractores. Entre estos últimos se ha ubicado ahora Frank Cuesta, que por ello se ha atrevido a escribir una carta al rey Felipe VI, al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a los líderes de los principales partidos políticos del país, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Alberto Garzón, para saber qué es lo que opinan ellos.
Aunque dice haberlo hecho «sin ninguna esperanza de respuesta», precisa que lo ha hecho «para llegar a una conclusión clara de quienes son ustedes y cómo son ustedes desde el punto de vista humano», y concluye con un lamento sobre su posible reacción, «dudo que ninguno tenga la suficiente valentía para pronunciarse».
En el caso del mismísimo rey, el presentador de Wild Frank le exculpa al menos al resaltar que «siendo el jefe del Estado español supongo que tiene el deber de promover lo que mucha gente define como 'Fiesta Nacional'».
Para él, la fiesta del Toro de la Vega no deja de ser «un acto en el que hay un toro y un montón de machos ibéricos montados a caballo, que llevan lanzas, y el juego consiste en perseguir al toro e intentar atravesarlo con una lanza, hasta que muera».
Frank Cuesta añade que «el que le mata es el macho ibérico del año«, y resume en pocas palabras el festejo, «básicamente es humillar, perseguir, atacar, torturar y asesinar a un animal sin razón alguna y simplemente por el hecho de guardar una tradición familiar».
El profesional de Discovery cree que los políticos y el rey «tienen poder suficiente para acabar con esta barbarie«, y les pide si no la apoyan que se manifiesten públicamente, «así podrán evitar que una vergüenza española se vea en todo el mundo», porque de lo contrario «serán cómplices de una tragedia anunciada».
De momento ya le han contestado tanto Pablo Iglesias, que en su cuenta de Twitter le ha dicho que «no me gusta nada el maltrato animal. Lo dije en su día: si ganamos, prohibiremos el Toro de la Vega ipso facto. Sin trucos», y Alberto Garzón, «a mi me parece una barbaridad, y nunca llamaría cultura a lo que es tortura».