sábado, abril 27, 2024
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Lo público y lo privado

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Eldiario.es, periódico de la competencia, acaba de levantar un scoop, una exclusiva. La documentación fiscal de parte de la familia Borbón-Dos Sicilias por la que se acogieron a la amnistía fiscal, o mejor dicho, a la regularización de capitales que estaban en el extranjero. Con gran aparataje, además, se ha mostrado hasta el testamento del Infante Alfonso de Borbón-Dos Sicilias –serenísimo señor, se dice en la documentación–, nieto de Alfonso XII y sobrino de Alfonso XIII, una de esas paradojas de la genealogía real.

Un testamento de 1964, ni más ni menos, en el que se detalla hasta cuánto han de agar los hijos para el mantenimiento de la madre. La obscenidad en el ataque a la intimidad se sostiene, aparentemente, por el hecho de que llevan el apellido: Borbón. Lo que, al parecer, da permiso para convertir un asunto meramente familiar en público. De lo leído, a pesar del aparataje de llamar “los papeles de La Castellana”, intentando emularlo a los de Panamá, se colige ilegalidad ninguna.

Sí, ninguna, aunque tengan la desgracia en este caso de llamarse Borbón. Son una familia rica, qué duda cabe, con fincas y pisos, el hecho de ser una dinastía real desde la edad media algo tendrá que ver, digo yo. La familia cobró herencias en bancos suizos más que nada porque allí huyeron cuando fueron expulsado de España en los violentos años 30. Y, acogiéndose a la ley, los trajeron a España.

Pero en este país no vale con cumplir la ley para estar a salvo de ser apaleado en laza pública. La combinación del apellido Borbón, más Suiza excita las gónadas republicanas y convierte a esta familia en blanco fácil. Si alguien cree que doña Alicia de Borbón, doña María Teresa o doña Inés son unas poderosas en la España de hoy, están muy equivocados. Los títulos, regios en su caso, tienen aparejado a día de hoy más servidumbres que beneficios. Si dices que eres marqués a un guardia que te va a poner la multa, no te libra ni el emérito Juan Carlos de apoquinar. Si dices que eres jornalero agrario sindical andaluz, hasta intentan librarte de la cárcel aunque hayas pegado una paliza (o varias) a alguien. Así está la cosa.

Una de las hermanas Borbón-Dos Sicilias, Inés, se ha visto tangencialmente envuelta en el chapapote de Púnica. Ella asegura que su asesor usó sin permiso su cuenta suiza para mover dinero de la trama. La presunción de inocencia dice que, en principio, habrá que creerla.

Inés de Borbón es una ciudadana más, sin privilegio alguno. Créanme que lo sé, porque la vida de un periodista le lleva a sitios insospechados y lo ha observado de primera mano. Hombre, dinero no les falta, pero esas fastuosas fincas se explotan racional y cabalmente o se van a la ruina. Solo faltaría que los Borbón fueran como Juan sin Tierra.

Pero se les zumba sin misericordia, e incluso se viola la intimidad del testamento de un muerto. Su asunto íntimo y personal pasa a ser público.

Ya metidos en faena de abogado del diablo, algo llama la atención del magma chapapotoso de la Púnica. Varios exaltos cargos están imputados por presuntamente atender su imagen personal con fondos públicos. Esperanza Aguirre esta tangencialmente envuelta en este lío, y se significa que se atendió especialmente su imagen cuando le tiraron un túper a la cabeza con permanente rubia en un colegio. ¿La imagen de Esperanza Aguirre es pública o privada?

Si Esperanza Aguirre se dedicara, como aristócrata terrateniente que es, a jugar al golf y montar a caballo anónimamente por sus predios, nadie sabría quién es esa señora. Solo destacaría por Malasaña, su barrio, su porte elegante y buena forma.

Si alguien le tira un túper a la cabeza es porque Esperanza Aguirre es un personaje público.

Del mismo modo, con alborozo, se publicó su declaración de la Renta, uno de los asuntos más privados que hay en España. Nos rasgamos las vestiduras por la protección de datos y hacemos fiestas a que se violen los de cualquiera en los medios de comunicación.

Es tan paradójico como que don Alfonso fuera nieto del padre de su tío. Muy español.

La corrupción es una lacra. En España y en otros sitios, pero al que esto firma le duele la de su país. Hay que ser implacable con ella, pero, y esto se afirma desde el vacío existencial de mis cuentas bancarias, ser rico no es un delito.

Todavía podemos decirlo.

Joaquín Vidal

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