No da tiempo a digerir tanta mala noticia. El empobrecimiento siempre es relativo, tal y como sospechábamos. Nos avisaron los estadísticos con gracia – o los políticos despiertos – que si tienes la cabeza en el horno y los pies en el frigorífico, la media no es la temperatura ideal. La media en todo esto afecta poco a la realidad: si Bárcenas tiene 22 millones en Suiza y aledaños paradisíacos y usted debe hasta la luz, la media no es que cada uno dispone de once millones, legales o no.
La riqueza extemporánea es patrimonio de la habilidad y del buen uso de las posibilidades que algunos tienen
La pobreza es extensiva a la inmensa mayoría; la riqueza extemporánea es patrimonio de la habilidad y del buen uso de las posibilidades que algunos tienen. Es lo que, al parecer, le pasa a López Viejo, según cuenta Aguirre que, ella es así, nos abre su corazón a las intimidades de los corruptos que la rodean.
Ella supo de los riesgos de descabezar al pollo – el pollo López, no el pollo de la estadística de consumo- y aún así le exigió la auto decapitación. López lo hizo, y sorprendentemente no anda como pollo sin cabeza diciendo de estos o de aquellos las cosas que sabe, tal y como dice Aguirre que le advirtió que haría.
Sorprendente, porque el cerco de la Justicia es cada vez más estrecho, y porque el peor ambiente, el del rechazo social, mina cualquier expectativa personal y hace de todos los conjurados cantarines de lujo. ¿O acaso Aguirre aplica aquello tan estadísticamente habitual de ponerse la venda antes de consumar la aparición la herida?
Mientras, todos nos empobrecemos. Todos no, algunos aprovechan la crisis para aumentar su patrimonio: un ático por acá, en fin, y vaya usted a saber lo que queda por ver por acullá. Y tal y cual.
Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital
Rafael García Rico