viernes, abril 26, 2024
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La prima de riesgo y ya vale

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La prima de riesgo está cayendo y me extraña no haber visto aún a ningún listo suicidarse. Extraño proceder de unos agoreros que nos llevan amargando la vida durante los últimos 10 meses con que se iba a caer el cielo y ahora, que se empieza a demostrar que las cosas están cambiando para bien, no sólo no reaccionan con la dignidad del suicidio romano sino que algunos siguen pronosticando la tormenta perfecta.

«No mentiré como mintió la inefable Elena Salgado y sus cursis brotes verdes»

Pero hay más, me sorprende mucho también que, tras el informe positivo de Morgan Stanley sobre las grandes perspectivas que tiene España, no hayan sido cesados tantos expertos en economía catastrófica como hay suelto por los medios de comunicación españoles.

¿Cuántas veces y de cuántas maneras esta tropa nos pronosticó la ruina, el rescate, los hombres de negro y el infierno? ¿Cuántos han escrito que España no tenía remedio?

Miles. Porque son expertos en meter miedo y estaba viviendo su apogeo.

Yo no digo que todo haya pasado ni que este año no vaya a ser duro. Ni siquiera mentiré como mintió la inefable Elena Salgado y sus cursis brotes verdes. Sólo digo que, de entrada, el cielo no se ha caído como anunciaban los infaustos y no parece que se vaya a caer.

Y que, por lo tanto, ya vale de regodearse en el drama. Y de hablar, únicamente, de cataclismos. Y de desastres. Y de escombros. Y de desdichas. Y de otoños calientes. Y de inviernos más calientes aún como sólo saben hacer algunos.

España se ha convertido en un inmenso teatro en el que ejercer la vieja profesión de plañideras histriónicas

Y ya vale de masoquismo puro. Y de españoles que ya no creen en España y siguen pasando el día buscándole debilidades o rebuscando culpables, cuando los culpables habían sido aplaudidos hace apenas un año por ellos mismos.

Y ya vale de lamentarse, que España se ha convertido en un inmenso teatro en el que ejercer la vieja profesión de plañideras histriónicas. Y ya vale de llorar, simplemente, por mantener privilegios.

Es verdad que España está viviendo una encrucijada histórica e histérica, que está poniendo a prueba los resortes éticos, políticos y socioeconómicos de la sociedad, pero también es verdad que está poniendo a prueba la capacidad de sacrificio de todos y cada uno de sus ciudadanos y ahí han topado con hueso.

Porque España también es una gran nación (aunque a los progres les suene a facha oírlo en su nimiedad intelectual) y porque la mayoría de los españoles tiene una capacidad de sacrificio infinita. Y aunque, coyunturalmente, esté atravesando un mal momento, esa capacidad de sacrificio unida a su gran potencial económico y a su background como nación son ingredientes suficientes para salir de esa encrucijada. De hecho, ya hay síntomas que lo prueban.

Y es que, recordando a Miguel Hernández, ‘nunca medraron los bueyes en los páramos de España’. Y parece que, por ahora, andan medrando unos cuantos.

La Avispa

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