Las Churras son ovejas que aportan a la humanidad leche e incluso, ya en plan heroico, su propia carne. Merinas son las que generosamente producen lana. Como pueden observar ambas clase de ovejas no solo se pueden mezclar, aún más, opino que es conveniente hacerlo pues ellas solas pueden resolver problemas como el hambre y el frío respectivamente. Lo que no se debe hacer es confundirlas, tal como advierte nuestro refranero popular ya que ambas clases de ovejas están muy especializadas. Es como si pusiéramos a un cocinero a diseñar y un diseñador a cocinar. Aunque ahora que lo pienso, eso ocurre en algunos restaurantes de la llamada nueva cocina.
Todas estas particularidades han logrado que las ovejas y sus hijos los corderos tengan tan buena imagen y sean consideradas animales casi divinos. Como las palomas; con la salvedad de que estas últimas solo aportan belleza si se las mira de lejos. De cerca se hacen sus necesidades en pelo, trajes, plazas y edificios y en sus ojos muestran un odio ancestral muy alejado a lo que es un símbolo de paz.
Las ovejas son objeto de todo tipo de metáforas en casi todas las religiones. Sus guías: los pastores, forman parte del oficio generalmente elegido para ser gratificados con periódicas apariciones divinas. Está comprobado: donde hay un pastor, puede ocurrir cualquier milagro. Por todo ello una multitud de fieles de cualquier religión es considerada en plan pastoril como “un rebaño”.
Bueno, pues “un rebaño” de más de un millón de seres ha ocupado la capital de España en Agosto con motivo de la visita a Madrid del pastor principal, que es el Papa. Era un rebaño de Merinas: guapas y bien vestidas. Eso ha provocado ciertos celos en las más sufridas Churras que a falta de otros argumentos han hablado del coste del acontecimiento y piden cuentas sobre lo que se hace con sus impuestos. Es sabido que los celos pueden llevar a trastornos de todo tipo. Incluso a la intolerancia.
Con mi mayor respeto a ambos rebaños, en esta ocasión me decanto por las Merinas, ya que considero muy saludable cualquier manifestación, sea la que sea, de la sociedad civil si esta se produce con educación, imaginación, valentía y firmeza como los primeros “indignados”. Resalto lo de primeros.
En este sentido y para quien corresponda, les doy permiso para utilizar mis impuestos en este tipo de actos y peregrinaciones de cualquier credo o no credo. Ya no necesitan ni preguntármelo. Un servidor, nunca mejor dicho, es también una oveja entre merina y churra. Por ello tengo un problema: si me irritan puedo llegar a producir mala leche, cosa que no deseo por nada del mundo ya que perdería mi pacífica condición ovina.
Hasta la semana que viene.
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Paco Fochs