viernes, abril 26, 2024
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Madrid, capital de la alegría

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¡Qué envidia¡ Si, qué envidia no tener dieciocho, veinte años para poder unirme a esos miles de jóvenes que abarrotan las calles de Madrid con sus risas y canciones, con la mirada curiosa, unidos todos por una creencia común. Madrid se ha convertido en la ciudad de la alegría, porque es contagiosa la alegría de estos miles de jóvenes que han venido a reunirse con el Papa.

Los jóvenes están por todas partes, llenando plazas, calles, visitando museos, asistiendo a conciertos. Quienes creen  que van a encontrar a miles de mojigatos se llevarán una decepción. Las chicas lucen pantalones cortisimos y camisetas ajustadas, los chicos andan igualmente con «bermudas» y camisetas y algunos con gorras para defenderse del calor, y se dejan llevar por el estruendo de la música de los conciertos que diseminados por la ciudad, han ocupado parte de sus noches.

Si acaso lo que llama la atención de ellos es lo pacíficos que son. Si, no se ve ningún signo de agresividad, de «mal rollo» que dicen los de su edad. Todo lo contrario. Tampoco se han dado al botellón, lo que no significa que no se hayan tomado unas cuantas cervezas o alguna copa. Pero en general lo que destaca de todos ellos es la alegría, el saber que están viviendo un acontecimiento único, como es la de encontrarse con el Papa. Saben, me cuesta entender que frente a éstos jóvenes se alcen voces intolerantes que ansían expulsarles simplemente porque no comparten su credo.

Hay quienes no quieren aceptar que esta Iglesia, con todos sus defectos, que los tiene, ya no es la de antaño. Pero sobre todo que hoy no es ayer, o sea que en la España de ahora la religión no es un elemento determinante y mucho menos obligatorio, que cada cuál puede creer en lo que le venga en gana, o no creer, que el nuestro es un Estado aconfesional.

La visita del Papa está siendo ya un éxito, incluso si me apuran desde el punto de vista económico. Por eso resultan sorprendentes los que en éstos días haciendo un alarde intolerancia no cejan de preguntar que cuanto cuesta la visita del Papa. Pienso que si hubiera que pagar un spot en todas las televisiones del mundo sobre España no habría presupuesto, y sin embargo éstos días España es noticia en periódicos, radios y televisiones de todo el mundo que están atentos a está Jornada Mundial de la Juventud.

Viendo a éstos jóvenes pienso también que la Iglesia es más fuerte de lo que vemos desde lejos, porque quién tiene tal caudal de juventud en sus filas tiene el futuro asegurado.

Pero volviendo al principio no deja de asombrarme que tantos miles de jóvenes compartan una misma creencia, y un sentido trascendente de la vida.

No es fácil ser católico hoy en día, no es fácil abrazar una serie de normas y restricciones que chocan frontalmente con la idea hedonista que ha arraigado en nuestra sociedad, no es fácil mantener una escala de valores a contra corriente, y sin embargo estos miles de jóvenes dan testimonio de una fe llena de alegría y que sin duda es la mejor arma para la supervivencia de la Iglesia. Creo que lo que está pasando en Madrid debería de ser tenido en cuenta incluso por los escépticos y quienes no comparten las creencias de la Iglesia. Un fenómeno así no es algo baladí.

¡Ah¡ y es una suerte poder asistir a esta explosión de alegría. Madrid nunca había sido habitada por tantas risas.

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Julia Navarro

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