viernes, abril 26, 2024
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El rumbo más positivo al olvido

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¿Quién es Jon Huntsman y adónde va? Ni sus asesores de campaña parecen saberlo.

En el discurso de inicio de la campaña presidencial del ex gobernador de Utah el martes, el personal de la campaña repartió, y luego se incautó de, las invitaciones de prensa con un error tipográfico en el nombre del candidato como «John» en lugar de «Jon».

Son las mismas invitaciones que identificaban erróneamente el emplazamiento del acto como Nueva York en lugar de Nueva Jersey, síntoma de una confusión geográfica que más tarde se hacía más acusada cuando prensa y personal de campaña eran dirigidos a un vuelo chárter con destino a Arabia Saudí en lugar del destino esperado en New Hampshire.

La gente que estuviera siguiendo el anuncio de Huntsman en televisión no es probable que saliera con una imagen más clara del candidato. Huntsman empezó a hablar a las 10:06 de la mañana. Fox News cortaba la conexión tras sólo cuatro minutos, mientras el candidato elogiaba a «las desinteresadas fuerzas armadas». La MSNBC desconectaba segundos más tarde, mientras Huntsman hablaba de «el carácter que hizo florecer los desiertos». La CNN esperó a las 10:12 nada menos, evitando su cobertura en directo cuando el candidato se refería a «el final del siglo estadounidense».

Las tres cadenas del cable habían pasado a otros temas antes de que Huntsman entrara en su mensaje. «Vamos a desarrollar esta campaña por la vía más positiva», prometía el candidato. «Yo respeto al presidente de los Estados Unidos. Él y yo tenemos opiniones diferentes de cómo ayudar al país que los dos amamos. Pero la pregunta que cada uno de nosotros quiere que respondan los votantes es quién va a ser mejor presidente, no quién es el mejor americano».

Esa es la esencia del mensaje de Huntsman y, según el cáustico rasero político de 2011, es una postura radical. Huntsman, que hasta hace poco era el embajador del Presidente Obama en China y que aún así no mencionó a Obama por su nombre en su alocución, hacía un llamamiento a «la educación, la humanidad y el respeto», los mismos rasgos que nuestro sistema político parece aborrecer.

Suerte a Huntsman en tan noble empresa, pero la forma más positiva casi siempre conduce al olvido político. Que Huntsman mantuviera su rumbo hasta la candidatura presidencial Republicana pondría patas arriba la política. Más probablemente se unirá a otros caballeros decentes, Richard Lugar, Orrin Hatch, cuyas campañas presidenciales fueron rápidamente olvidadas.

Los primeros indicios apuntan a que Huntsman no va a tener un destino mejor. Los sondeos dicen que más de seis de cada 10 Republicanos no saben lo suficiente de él para formarse una opinión. En Iowa, donde Huntsman ha dicho que no va a hacer campaña, un sondeo concluye que hay un apoyo a Huntsman de uno, no un entero, sino una sola persona.

Los posibles rivales de Huntsman están encantados de aclarar dudas: los Demócratas señalan su cambio de opinión en torno a la legislación de intercambio de emisiones, los conservadores se quejan de su apoyo a los sindicatos, y la Casa Blanca está intentando retratarle como un moderado apartado de los canales habituales. Para combatir esas impresiones, la campaña va a tener que hacer algo más que emitir vídeos de un doble de Huntsman montado en una moto de trial por el desierto de Utah mientras suena música conmovedora y una voz de narrador da fe de que Huntsman tocaba en una banda escolar y prefiere «una cuchara sucia a un mantel de lino».

La música conmovedora volvía a sonar la mañana del martes en el Liberty State Park, donde Huntsman pronunciaba su discurso de inicio de campaña desde el mismo emplazamiento utilizado por Ronald Reagan en 1980. Su familia imposiblemente hermosa y él atravesaban caminando un prado, estilo procesión, mientras un grupo disperso de alrededor de 100 personas aplaudía.

Huntsman, la avanzadilla de Reagan en tiempos, todavía no ha perfeccionado el oficio. El fuerte viento le obligó a sujetar sus papeles con su mano izquierda. Tuvo que elevar la voz para competir con el ruido de aparatos, helicópteros y la chimenea de un barco.

Las cámaras se apostaron la mayor parte del acto en el ángulo equivocado para recoger al candidato con la Estatua de la Libertad de fondo.

La siguiente escala produjo más de lo mismo. Tras la confusión del vuelo saudí en Newark (la campaña, informó CNN, culpó a la Autoridad Portuaria), el candidato llegó alrededor de una hora tarde a su discurso en Exeter, N.H.

Había cambiado americana y corbata por una camisa ajedrezada, pero su mensaje era idéntico al anterior: «Nuestros debates políticos actuales son corrosivos y no plasman la fe que desposaba Abe Lincoln en sus tiempos: que somos un gran país porque somos un buen país».

«Yo respeto al presidente», repetía Huntsman en New Hampshire. Sus partidarios aplaudían.

Es una temática honorable. Pero Huntsman va a descubrir casi seguro que este mensaje precede a la derrota.

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Dana Milbank

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