viernes, abril 26, 2024
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La probeta socialista

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El adiós de Zapatero a la candidatura para la presidencia del Gobierno que no de la secretaría general del PSOE supone un antes y un después para el socialismo español. Un antes en el que el Presidente ha frivolizado con su propia suerte logrando enervar a los barones y a buena parte de la dirección federal y un después lleno de incógnitas. Las semanas y los meses que esperan al PSOE son de auténtico laboratorio. Tienen que meter en una misma probeta diversos elementos, algunos de ellos incompatibles entre sí.

Aseguran que Zapatero ha demostrado una “enorme generosidad” con su decisión y al mismo tiempo se encargan de recordar que tenía decidido desde que llegó a Moncloa que solo estaría ocho años. O es generosidad o es coherencia. Depende de quien hable.

Ahora que se ha ido pero sin irse, en la medida que tiene en su mano la secretaria general del partido, resulta que es un líder extraordinario pero al mismo tiempo una rémora para las expectativas electorales de los barones. Todo a la vez, imposible.

La consigna es que ahora toca hablar de las elecciones del 22 de Mayo pero la realidad no cabe en un folio y en el PSOE están las bocas y los ánimos contenidos porque en dos meses deberán dotarse de un nuevo candidato pero no se sabe si también será secretario general, de manera que se puede llegar a la esquizofrenia de tener un Presidente que se va, un candidato que no es secretario general y un secretario general que ni es candidato y además está de retirada. Pero ¿Zapatero está, de verdad, de retirada? Es difícil decir que sí, que se va del todo y esto no se podrá afirmar mientras no anuncie con la misma claridad con la que ha dicho que no va a ser candidato que también deja la secretaria general del PSOE.

Se sostiene que el Presidente tiene sensación de alivio. Es posible, pero es seguro que también una pizca de amargura. Creo que si él no hubiera palpado el desafecto de los suyos, habría continuad y lo habría hecho porque  lo suyo ha sido  bailar en el alambre, desafiar la realidad, situarse al borde del abismo y ahora no iba a ser distinto. Niegan que el partido le haya echado. Lo que si es seguro es que ni uno solo de los miembros del comité federal le pidió que reconsiderara su decisión.

En un alarde extraordinario de posibilismo, hay quienes sostienen que lo ocurrido ha dado al PSOE nuevos brios y que además Zapatero ha tenido la virtud de descolocar al PP. Por mucho que se quiera argumentar resulta muy llamativo que un partido en plena mudanza, con las encuestas en contra, con el agujero de los Eres de Andalucía, pueda recobrar fuerzas por el hecho de que Zapatero diga que no va a ser candidato. No creo, además, que el PP esté descolocado por la medio despedida de Zapatero. Más descolocados parecen los propios socialistas que ven a Carmen Chacón y la reciben al grito de “presidenta”  y si ven a Rubalcaba es ya “presidente”, y se parten en aplausos y vítores cuando ven a Zapatero.

El momento de la despedida ha sido el más inoportuno para el PSOE. Abrir la espita de la sucesión —media sucesión— a siete semanas de unas elecciones no solo descoloca a los propios sino que sobre todo ensordece a los próximos. Los barones que creen que su suerte electoral dependía de la presencia de Zapatero como si ellos no tuvieran que dar cuentas de lo hecho en cada autonomía, o como si los diputados de estos territorios hubieran sido seres ajenos a lo ocurrido en el Congreso, se van a encontrar con que sobre ellos va a planear el debate interno sobre la sucesión y además Zapatero se ha ido pero sigue.

Si tan claro tenía el Presidente que esta iba a ser su última legislatura debería haberlo dicho antes o cuando menos no propiciar que los demás jugaran al acertijo, o bien haberlo dejado para después de las municipales. Si son municipales y autonómicas y si ese debe ser el debate y no la política nacional ¿a qué viene tanta impaciencia con la decisión de Zapatero? Los barones han conseguido lo que querían, pero ¡ay de los que no ganen!

La situación del PSOE es de laboratorio y la probeta de José Blanco ya no da más de sí.

Charo Zarzalejos

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