sábado, abril 27, 2024
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El “búnker” de la Moncloa

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Desaparecido en combate el todavía -bien que en régimen de precario- presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, el muy gallego y listísimo -lo que le hace mucho más peligroso- José Blanco ha tomado el relevo de la presencia activa en los medios de comunicación. No cabe la menor duda de que el PSOE gana con el cambio, pero no es igualmente claro que gane lo que de verdad importa, esto es, el país. La proclamación por el ministro Blanco de su “orgullo de pertenecer a un Gobierno que toma decisiones importantes” es un verdadero alarde de astucia dialéctica, cierto que en aquel viejo sentido de “al revés te lo digo para que me entiendas”. La otra parte de su argumento, cuando pasa de la defensa al ataque contra la oposición, provocará, previsiblemente, respuestas de todo tipo, porque calificar al PP de “vergüenza de toda Europa”, que es precisamente como, por tirios y troyanos, se está describiendo el actual Gobierno de Rodríguez Zapatero, parece, por lo menos, un salto dialéctico excesivo y poco sustentable. Añadir seguidamente que el PP es un partido aislado en una Europa casi totalmente gobernada por partidos conservadores, democristianos y liberales, y donde sintomáticamente ya sólo quedan otros gobiernos socialistas precisamente en Grecia y Portugal, sumando con España los peores fosos de la crisis económica, roza sencillamente la pretensión de tomar por tontos a los ciudadanos.

Si hay un partido con toda evidencia aislado actualmente en Europa es el PSOE de Rodríguez Zapatero, extraviado en los laberintos de una rara ingeniería social de cuarta división, mientras no hace los deberes en lo que de verdad importa, que es la gestión de la economía. El de Rodríguez Zapatero y los suyos es un raro PSOE, bien distinto al de González, Guerra, Almunia, Borrell… por poner apenas algunos ejemplos a distancia sideral, lo que bien es cierto que tampoco es muy difícil, del nivel del actual presidente de nuestro desdichado Gobierno. Es coherente que, en las últimas horas, todas las encuestas revelen el desmoronamiento electoral del PSOE, porque es verdad que, a diferencia de otros países europeos, España tiene dos problemas, pero el segundo no es, como dice José Blanco, una “actitud irresponsable del PP y del señor Rajoy”, sino el encastillamiento en el poder de un Gobierno que ha fracasado en la gestión de la economía y carece de soluciones para salir de ese desastre de gestión.

Mas inquietante es el anuncio por José Blanco, en pleno mantenella y no enmendalla, de que el Gobierno seguirá tomando decisiones; que, salvo lo que se le imponga desde fuera, seguirá sin hacer nada serio en economía, mientras Moratinos, Corbacho, Pajín, etc., seguirán tomando decisiones, esto es, una vistosa sucesión de excentricidades inoportunas. Lo que José Blanco ha dejado bien claro, porque al fin y al cabo es para lo que realmente salía a la palestra, es que no habrá elecciones anticipadas, cosa sin duda coherente, porque sólo desde una grandeza de espíritu que nadie en sus cabales sospecharía de Rodríguez Zapatero y su círculo se convocan elecciones cuando está asegurado perderlas. No, está claro que Rodríguez Zapatero no es Gordon Brown, así que se ha atrincherado en la Moncloa y va a ser realmente difícil sacarle del palacio que tanto disfruta.

Y ya no sólo inquietante, sino para echar a correr y buscar refugio en los países serios de Europa, es el anuncio por José Blanco de que, además de no convocar elecciones generales, este inverosímil Gobierno que nos aleja cada día más del bienestar y no sólo nos arroja a fosos inquietantes de destrucción de empleo y de tejido empresarial sino que puede llegar a producir lo que nadie hubiera creído posible antes de Rodríguez Zapatero: la suspensión de pagos del Reino de España, se aferra al poder nada menos que “para resolver problemas, para afrontar y tomar decisiones (…) para garantizar el futuro de nuestro Estado de bienestar”. Comprendo que es difícil de creer y que habrá lectores que piensen que me lo he inventado, pero no: palabrita de niño Jesús que así lo ha dicho, sin que el cielo se haya desplomado sobre su cabeza ni los avernos se hayan abierto bajo sus pies para devorarle. No cabe duda de que la geología de España es sólida.

Pero bromas aparte, que pueden ser inoportunas en las actuales circunstancias, lo verdadero y serio es que así no podemos seguir. Ha llegado el momento de que las restantes fuerzas del arco parlamentario tomen la decisión que deben tomar, por incómoda o inoportuna que para algunos resulte, con la vista puesta sólo en el país y en la ciudadanía. Si así lo hacen, habrá que agradecérselo, y si no lo hacen, el país les pasará factura más temprano que tarde.

Carlos E. Rodríguez

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