viernes, abril 26, 2024
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La lección del Reino Unido: el liberalismo es fin y solución

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Se cumplieron los pronósticos en el Reino Unido y el partido conservador se alzó a la primera posición, pero sin mayoría absoluta, en unas elecciones en las que los dos elementos más significativos de los resultados son la clara derrota de los laboristas de Brown y la muy minoritaria pero significativa presencia de los liberal-demócratas de Nick Clegg, que de hecho se convierten en árbitros de la formación del futuro Gobierno. Los 290 escaños obtenidos por Cameron, aunque insuficientes por sí solos, representan una más que apreciable ventaja sobre los 247 escaños de los laboristas de Brown, pero dejan la llave de la formación del nuevo Gobierno en manos de los 51 escaños conseguidos por los liberal-demócratas de Clegg, por cierto muy por debajo de los que sus partidarios esperaban. El recuento de votos confirmó lo previsto: David Cameron ha ganado, pero no ha conseguido la mayoría absoluta de 326 diputados para gobernar en solitario en Reino Unido. En puros números, Clegg tiene incluso la llave para un Gobierno con los laboristas, pero es evidente que iría contra la voluntad de los electores, con lo que parece más probable que opte por un pacto con Cameron, eso sí, imponiendo fuertes condiciones para abrir la puerta del famoso número 10 de Downing Street a los conservadores.

El resumen del resumen es muy significativo. Primero, es inequívoco que los laboristas han perdido y que cualquier conato de mantenerse en el poder sería un desacato a la voluntad de los electores. En segundo lugar, es cierto que los nuevos conservadores de Cameron han ganado, pero también es cierto que no lo suficiente. Lo tercero y muy importante es que, aún con éxito menor de lo esperado, el liberal-demócrata Nick Clegg ha conseguido un fuerte respaldo electoral que le entrega, nada menos, la llave para decidir quién será el nuevo Jefe del Gobierno británico. La convergencia de liberales y conservadores significa no sólo un regreso de los británicos al planteamiento liberal-conservador de Margaret Thatcher que dio al Reino Unido los mejores años de las últimas décadas, sino además un mensaje a la Unión Europea.

Es importante que las derechas de toda Europa, y desde luego la derecha española, esto es, el PP, reciban el poderoso mensaje que surge de las urnas británicas y que es diáfano, porque si puede discutirse lo que los electores quieren, es innegable lo que rechazan, que es cualquier tipo de intervencionismo del color que sea: los electores británicos han dicho, como más temprano que tarde lo harán los electores españoles, que el socialismo aceptará las soluciones liberales o no gobernará, que la derecha será liberal o no gobernará. Todo lo demás es medio, sólo el liberalismo es fin. El liberalismo es la solución a los problemas de hoy, como lo fue a los de ayer. Los sorprendentes intentos de última hora de los laboristas para aferrarse al poder del que la voluntad de los electores les ha expulsado no tienen recorrido, aunque es coherente con la tendencia de casi todos los partidos socialistas europeos, y singularmente el español, a reconocer la voluntad de los electores sólo cuando les favorece. Cabe temer que, en vez de la digna renuncia que hoy le correspondería presentar a la Reina, Brown, que llegó al Gobierno como y sólo cómo beneficiario de la retirada de Tony Blair y no por voluntad de los electores, haga lo posible y parte de lo imposible por lograr un pacto con los liberales a fin de mantenerse en el poder, algo muy difícil, pero no imposible en términos constitucionales. De todas formas, probablemente Clegg, el político revelación de estas elecciones británicas, sea consciente de que usar a favor de los laboristas la discrecionalidad que las urnas le han otorgado equivaldría a quemar las amplias posibilidades que ahora tiene de influir decisivamente en la política del Reino Unido y por tanto en la política de la Unión Europea.

El resumen del resumen de las elecciones celebradas en el Reino Unido es muy sencillo: si no está del todo claro lo que los electores quieren, es inequívoco lo que rechazan. Rechazan el retroceso que el gobierno laborista ha significado para el Reino Unido. Y probablemente quieren que el regreso al poder de los conservadores sea bajo el signo del liberalismo. El conservadurismo será liberal o no será. El laborismo será liberal o no será. Es una lección de los electores británicos que nos conviene recibir también aquí, en España. Probablemente, por las oportunidades cambiantes de la política, hay quienes dudan de sus convicciones liberales, pero el futuro de Europa es inequívocamente liberal. Los conservadores europeos serán liberales o no gobernarán. Los socialistas europeos serán liberales o no mantendrán el poder. Liberales hoy, liberales siempre, más liberales mañana que hoy. Este es el signo del futuro y de la dignidad política, como por cierto proclamaron los mejores republicanos españoles hace más de tres cuartos de siglo, a través de la pluma ilustre de Álvaro de Albornoz en su libro LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD: “Somos ante todo liberales (…) al republicanismo mediterráneo preferimos el fondo ético del liberalismo girondino (…) somos socialistas, pero somos ante todo liberales (…) el socialismo es el medio, el individualismo es el fin (…) cuando, libres los espíritus socialistas de la confusión actual, vuelvan a estudiar a Jaurés (…) reconocerán que los únicos procedimientos eficaces de lucha y de transformación social son los procedimientos liberales (…) La Monarquía y la República serán liberales o no serán, el socialismo y el sindicalismo serán liberales o no serán (…) nuestro lema es la famosa frase de un glorioso caudillo español: más liberales hoy que ayer, más liberales mañana que hoy”. Esto vale lo mismo para conservadores que para socialistas, porque también el conservadurismo será liberal o no será. Habrá gobierno del conservador Cameron si y sólo si es capaz de convencer al liberal Clegg de que los conservadores ingleses vuelven a la senda liberal que marcó la inolvidable Margaret Thatcher. En otro caso, el derrotado Brown todavía tendría cartas que jugar.

Carlos E. Rodríguez

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