La última invervención de Fernando Buesa en el Parlamento vasco, cuatro días antes de ser asesinado por ETA, alertaba del fingimiento del compromiso de la izquierda abertzale (entonces Euskal Herritarrok) por las vías exclusivamente políticas y democráticas, tal y como constaba en el Pacto de legislatura que sostenía con PNV y Eusko Alkartasuna en plena tregua de ETA, fruto del Pacto de Lizarra que aglutinó a todas las fuerzas nacionalistas y que excluyó la colaboración con los partidos PSE-PSOE y PP.
Recordaba Buesa que el citado acuerdo de legislatura «establecía una posición política (de Euskal Herritarrok) que incluso se presentó como un activo para la paz (…) con la desaparición plena de todas las acciones y manifestaciones de violencia. ¿Han logrado ustedes -le preguntaba al Gobierno vasco- que quienes políticamente no nos identificamos para nada con el nacionalismo tengamos más tranquilidad, más seguridad y más libertad? En absoluto».
El décimo aniversario del asesinato del portavoz del PSE-PSOE en el Parlamento vasco, este lunes, 20 de febrero, se cruza con una nueva expectativa entre los nacionalistas vascos sobre el último documento de la izquierda abertzale. Como entonces, la formación hoy ilegalizada insiste en el uso exclusivo de vías políticas y destaca la necesidad de disponer de un partido legal. Y al igual que hace diez años, la intención del brazo político de ETA se interpreta como inequívoca por destacados nacionalistas. «La izquierda abertzale quiere que la violencia de ETA desaparezca», asegura el portavoz del PNV y antiguo rival de Buesa, Joseba Egibar.
Jesús Eguiguren, presidente del PSE-PSOE y uno de los políticos mejor informados sobre los movimientos tácticos o estratégicos de la izquierda abertzale, se muestra más escéptico: «Su reflexión se ha quedado donde estaba al comenzar el debate. No aparece la referencia a ETA ni su postura frente al terrorismo».
Egibar cree que la apuesta del movimiento abertzale es «válida» para «deshacerse de la tutela» de la banda. Frente a la matizada expectativa de otros dirigentes del PNV como Urkullu u Ortúzar, el entusiasmo de EA es bien visible, despues de que hubiera ofrecido sus candidaturas a la formación ilegalizada para los futuros comicios si se «desvincula de la violencia». Visto el documento, EA lo ha saludado como «lo más importante de lo que ha ocurrido (en este mundo) en los últimos 23 años», y ha reforzado su apuesta. Frente a esta exaltación, el ex consejero de Justicia Joseba Azkarraga, un histórico de EA, aconseja a su formación «actuar con pies de plomo». Pero el Gobierno teme que la apropiación de las siglas de EA pueda permitir a la formación ilegalizada presentarse a los comicios.
Con su imborrable aire profesoral, atraído por los valores del humanismo y la tolerancia, Fernando Buesa no renunció a la denuncia enérgica desde la tribuna de la inacción del Gobierno vasco contra el terrorismo callejero en plena tregua de ETA. Y al igual que como hiciera cinco años antes con el carismático líder popular Gregorio Ordóñez, ETA quiso silenciar la voluntad de centenares de miles de vascos que votaron a estos líderes.Sólo en la última década, despues de la tregua del 99, ETA ha asesinado a 41 políticos socialistas, populares y de UPN.
En aquel tiempo de «frío y hielo», como lo definieron algunos, Fernando Buesa denunció la connivencia nacionalista con el entorno de ETA y participó en la primera manifestación de Basta Ya, que puso las bases de lo que se perfiló después. Fue un sábado en San Sebastián y lo mataron el martes, junto a su escolta Jorge Díez Elorza. En sus últimos tiempos, el político alavés dejó patente su apuesta por construir una alternativa politica al nacionalismo gobernante. Diez años después su sueño se hizo realidad, pero ese canto de sirenas de «las vías políticas» sigue teniendo un efecto embaucador.
Chelo Aparicio