Adiós al disimulo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se va reuniendo, como siempre lejos de la vista y los oídos ciudadanos, con los distintos presidentes de las Comunidades Autónomas para acordar el modelo de financiación de cada uno de los reinos de taifas en los que se ha desestructurado nuestra identidad nacional y nuestro nuevo desorden administrativo. Los españoles, a pesar de lo que dice el artículo 14 de nuestra Constitución, ya no somos iguales porque nuestros prebostes quieren más dinero y de distinta manera a los de la comunidad de vecinos de al lado.
Esta fragmentación del espíritu, la ley y la hacienda nacionales se desarrolla a pasos de gigante con la connivencia de todos los partidos con presencia en las muchas asambleas que componen nuestra desproporcionada representación (?) política. Esto no sería tan malo si el Estado Autonómico fuera una convicción ideológica de todas ellas y no un simple asunto monetario. Las regiones quieren más dinero y se aprovechan de un Gobierno nacional encabezado por un ser endeble y sin ideas o posturas claras.
Quizás por eso el principal mascarón de la proa gubernamental sea la «marca» ‘Gobierno de España’ que se creó hace poco más de un año para rubricar las innumerables campañas de autopromoción y propaganda que pretenden convencer al paisanaje de que el Consejo de Ministros hace algo más que repartir euros, competencias y sinecuras a diestro y siniestro. Al más puro estilo de los gobiernos totalitarios del siglo XX, Zapatero promueve su marca con campañas publicitarias que no dejan de recordarnos qué bueno es papaíto Estado.
«Que molen tus muelas», por ejemplo, es el eslogan la campaña del Ministerio de Sanidad para «comunicarnos» que los niños tienen derecho a una revisión de sus dientes anual y gratuita. No hay que dudar del ingenio de la frase, digna del NODO, por su capacidad para ponerse a la altura de la mala educación que reciben nuestros escolares. Antes que nada, hay que molar. ¡Ay de quien diga lo contrario!
«Menos siguen siendo muchos» es el santo y seña de la campaña navideña de la Dirección General de Tráfico, el principal aparato de represión de este gobierno con tintes autoritarios. El carnet con puntos y la persecución sistemática del conductor sirven para mostrar lo paternal y atento que se muestra el Ejecutivo. «Menos», claro está, se refiere al número de muertos. Porque en cuanto a multas y retiradas de carnets, habría que decir que «más siguen siendo demasiadas y abusivas». Ya me gustaría a mí que este acoso al conductor se propagara a la lucha contra la delincuencia común que, cada vez más violenta, aumenta de forma preocupante. Este fin de semana se ha detenido a una banda de «aluniceros» que, en conjunto, sumaban más de cien antecedentes policiales. Pero seguro que seguían con el permiso de conducción.
Lo que más me asombra de la propaganda gubernamental es que, con la crisis, parece haber crecido en lugar de menguado. El gasto público, en este apartado, ha subido enormemente y todo porque un gobierno sin ideas y sin amor a la libertad necesita perentoriamente el uso de la publicidad para mostrarse social y «amigo» de los contribuyentes. No se toma una sola medida global contra la crisis. Pero anuncios, ya sea en radio, televisión o carteles, los hay a montones. En España nunca nos daremos cuenta de que estas campañas se financian con el dinero de nuestros impuestos, con nuestro dinero.
Molar, eso sí, molamos un huevo. El futuro de España no se presenta nada halagüeño, no solo porque así lo afirme el hasta ahora obediente Gobernador del Banco de España, sino también porque la fragmentación autonómica debilita el conjunto y potencia los métodos caciquiles, provincianos y empequeñecedores del territorio y la nación. Pero todo eso da igual mientras quede un solo euro para la propaganda del Gobierno central y sus competidores autonómicos. Me gustaría saber cuánto dinero gastan las distintas administraciones en el «autobombo».
Aunque el paro, la delincuencia y el gasto administrativo nos despellejen, todo dará igual mientras nos quede dinero para «que molen tus muelas». Espero que, dentro de poco, salga por fin la campaña «Olé tus huevos». Después de todo, el contenido importa poco en este caos de mediocridad e intereses partidistas. [email protected]
Daniel Martín