viernes, abril 26, 2024
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¿Sabe Rajoy lo que hace?

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Con un énfasis críptico, Mariano Rajoy se zafó de las críticas a su lento ritmo político con un sentencioso «yo sé lo que hago». Puede que él lo sepa, pero el común de los mortales lo ignora. Y si eso sucede, mala cosa para él y buena para sus adversarios. Entre ellos, Esperanza Aguirre, que recorre con rapidez todo el margen que le ofrece la facundia de su presidente y marca pauta al margen de los órganos de dirección de su partido. Ha ocurrido -en realidad, viene ocurriendo- ahora con su interlocución directa con Rodríguez Zapatero a propósito de la financiación autonómica, que el PP quería que se sustanciase entre partidos; y ha ocurrido con Caja Madrid, entidad que Aguirre asaltará una vez se apruebe el Presupuesto de la Comunidad con la ley de acompañamiento que desarbola inicialmente la posición de Blesa en la presidencia de la entidad contra el criterio de Ruiz-Gallardón, pero también del propio Rajoy.

Pese a la opinión que me merece desde el punto de vista político e ideológico Esperanza Aguirre -nada positivo-, debe reconocerse a la lideresa una osadía contestataria que la presenta como una rebelde -¿simpática?- en un determinado sector de opinión pública que, lejano a sus postulados, está harto de sobrellevar la grisura del liderazgo de Rajoy y desconcertado con el mutismo de un Ruiz-Gallardón, que amaga pero no golpea después de que la presidenta de la Comunidad de Madrid pusiese su carrera política al borde del precipicio cuando impidió en enero pasado su incorporación en la lista al Congreso por Madrid.

El PP tiene un problema muy grave: su ruptura interna es un hecho aunque la fisura no quiera reconocerse. El presidente del Gobierno y el PSOE no hacen otra cosa que favorecer que esa herida sangre más y, a poder ser, se gangrene. Puede que ocurra. Bastará un detonante menor para que salte la crisis en toda su dimensión ahora contenida. Al socialismo le interesa el PP tal cual está, con todas sus contradicciones, sus enfrentamientos larvados y la pachanga de Rajoy. Para el Ejecutivo y su partido no hay mejor oposición que la que el PP practica contra sí mismo, y no hay mejor agente que vele por sus intereses que la ambición de Aguirre y el radicalismo mediático que le secunda.

Por eso, el espectáculo del lunes en Moncloa, con la presidenta de Madrid mostrándose «encantada» con la financiación autonómica que propone Zapatero, fue de los que hacen época. Un bofetón a Rajoy, el segundo, tras el de Caja Madrid, que le deja al presidente del PP con un diagnóstico problemático y al PSOE eufórico al lograr, por aversiones internas de los conservadores, solucionar el jeroglífico de los dineros autonómicos, uno de los más graves problemas que soportaban las espaldas de Rodríguez Zapatero.

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