viernes, abril 26, 2024
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Las aerolíneas españolas se oponen al impuesto al queroseno

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La sostenibilidad se ha convertido en uno de los principales objetivos que persigue la Unión Europea a corto y medio plazo. Para lograrla, se están poniendo en marcha diferentes paquetes normativos como el Fit for 55, que busca implantar un impuesto sobre las energías, incluyendo una tasa sobre el queroseno que consumen los aviones.

De convertirse en una realidad, esta medida haría subir el precio de los billetes de avión, provocando que España perdiera hasta 4,5 millones de turistas al año. De aplicarse la medida, para un europeo sería más barato viajar a destinos como Jordania o Turquía que moverse en avión dentro del territorio de la UE. 

Las compañías aéreas llevan un tiempo movilizándose frente a este tema que les afecta directamente. Ahora, desde la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), se advierte al Gobierno de que este nuevo impuesto energético podría impactar negativamente en el sector turístico.

Los Estados pierden ingresos para combatir el cambio climático

La aviación es el sector del transporte que menos impuestos paga por contaminar. Para la entidad conservacionista Transport & Environment, no aplicar tasas al queroseno supone la pérdida de 34.100 millones de euros en ingresos al año para los países de la Unión Europea.

Según esta entidad, con ese dinero se podrían financiar 1.400 kilómetros de infraestructura ferroviaria de alta velocidad, que es menos contaminante que la aviación.

A juicio de Transport & Environment, abordar la falta de suficientes impuestos a la aviación debería ser una prioridad para los gobiernos. Sin embargo, en el seno de la Unión Europea llevan años debatiendo sobre esta cuestión y está resultando muy difícil alcanzar un acuerdo, porque una medida de este tipo repercutirá a la baja en el número de turistas que los países reciben cada año.

Impacto en el precio de los billetes

En caso de llegar a aplicarse un impuesto al queroseno, las aerolíneas repercutirían ese sobrecoste en los billetes de avión. Algo que podría reducir la demanda de vuelos internos dentro de la Unión Europea, pero que los especialistas creen que no sería especialmente útil para luchar contra el cambio climático. Porque los viajeros dejarían de lado el territorio europeo y aumentaría la demanda de billetes de avión hacia otras regiones donde no se aplican este tipo de tasas.

Por otro lado, las asociaciones que engloban a las compañías aéreas destacan que una subida del precio de los billetes de avión acabaría con la “democratización” del transporte aéreo que se había logrado en los últimos años. Dejando de nuevo sin posibilidad de hacer viajes en avión a quienes tienen menos recursos económicos.

A nivel interno, los Estados están buscando otras alternativas para reducir la huella de carbono de la aviación. En el caso de Francia, se aplica desde el año pasado una medida que prohíbe las rutas de avión entre destinos que puedan unirse por tren en menos de dos horas y media. Aunque en la práctica esto únicamente ha supuesto la supresión de tres rutas.

En España, se está evaluando la implantación de una medida semejante, pero por el momento no se han anunciado avances en esta materia.

Las aerolíneas españolas piden el veto

Desde ALA se ha reclamado al Gobierno que vete en Bruselas todo lo relacionado con el establecimiento de un impuesto al queroseno. Porque para que la Directiva sobre fiscalidad energética se aprueba hace falta unanimidad de los 27 Estados europeos

Según un informe encargado por la Asociación de Líneas Aéreas a Deloitte, la implantación de un impuesto para descarbonizar el sector de la aviación supondría para España la pérdida de 12 millones de turistas al año.

No son las aerolíneas españolas las únicas que se oponen a esta medida, las de Portugal, Italia y Grecia también han mostrado su desacuerdo.

Un estudio realizado conjuntamente por las organizaciones Airlines for Europe (A4e) y la Asociación Europea de Líneas Aéreas Regionales (ERA), ha puesto de relieve que el impacto negativo del impuesto al queroseno sería de 7.700 millones de euros en el caso de la economía española, y que podría destruir 50.000 puestos de trabajo.

Lo que solicitan las aerolíneas es que desde la Unión Europa se dejen de aplicar cargas fiscales sobre el sector y, en su lugar, se apliquen medidas efectivas para reducir el impacto ambiental de la aviación, pero preservando su competitividad. Por ejemplo, invirtiendo en el desarrollo de un combustible que sea más sostenible, o reformando el espacio aéreo europeo para reducir las emisiones de CO2.

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