Una sensación extraña recorrió el cuerpo de los madridistas hace poco menos de un mes, cuando el mercado de fichajes echó el cierre. Por segundo curso consecutivo, Florentino Pérez apenas incorporó a jugadores. El presidente confió en a Zidane, encantado con la idea de mantener una plantilla asentada y de garantías. Se trajo de vuelta a Morata, pero no se buscó un mediocentro defensivo, un recambio para Casemiro. Un error que el Madrid ha pagado con la lesión del brasileño.
Un verano tranquilo en Chamartín
Los rumores se desataron a finales de la pasada temporada. Pogba, Kanté, Lewandowski… fueron muchos los nombres que se vincularon a la casa blanca. Con una plantilla confeccionada y asentada, no se aguardaba una revolución, pero si una incorporación de quilates que satisficiera las necesidades de Florentino, acostumbrado a acudir al mercado en busca de las principales estrellas. Sin embargo, sólo hubo un movimiento: la repesca de Morata. Y para una posición que ya tenían cubierta con Jesé, obligado a poner rumbo al PSG. Zidane se mostró contento, y el presidente decidió no actuar por su cuenta.
El resultado fue la sostenibilidad de una plantilla que había dado sus frutos. Pero con un vacío claro y sorprendente: un segundo mediocentro defensivo. Ni Kanté, que cuajó una asombrosa Eurocopa con la selección francesa, ni nadie que pudiera sustituir a Casemiro. Es más, Marcos Llorente, canterano que había demostrado de sobra su calidad en el Castilla, fue cedido al Alavés.
Casemiro, sin recambio
Zidane pareció contentarse con Kovacic, o con alternativas más ofensivas del perfil de Isco o James. No obstante, estos jugadores son incapaces de cumplir el papel de Casemiro, tan fundamental desde su inclusión el pasado curso. El brasileño se lesionó ante el Espanyol tras una dura patada de Diop, y desde entonces el Madrid no ha vuelto a cosechar un triunfo. Tres partidos, tres empates, y cinco goles en contra. Un bagaje nefasto para los blancos.
Con Ramos lejos de su mejor versión, el conjunto merengue necesitaba más que nunca la figura de un hombre con un buen posicionamiento en el campo. Un jugador capaz de cerrar el lateral cuando éste se incorpora a tareas ofensivas, o de corregir la posición del central. Alguien que libere a Kroos y Modric, a la par que une la zaga y el centro del campo. Una persona capaz de elegir en qué momento hay cortar el juego, y que no se complique en exceso en la salida del balón.
Todos esos requisitos los aunaba Casemiro, el hombre del equilibrio. Incluso en los partidos en el Bernabéu, cuando más se acomplejan los rivales, su presencia se hacía fundamental. Prueba de ella son los datos. El brasileño nunca ha perdido en casa, donde suma treinta triunfos y un empate. Más allá de sus capacidades, es la figura de un mediocentro defensivo la que da alas al Madrid. Pero ni a Zidane, ni a Florentino, se les pasó por la cabeza incorporar a alguien de ese perfil. Ese error ahora le pasa factura a los blancos.
Alberto Puente