lunes, mayo 6, 2024
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La poesía necesaria de Castañón

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Francisco J. Castañón, escritor y periodista, colaborador habitual de Estrella Digital, acaba de publicar un nuevo libro con el que da continuidad a su trayectoria poética. Identidad (Ediciones Vitruvio, 2016) su cuarto poemario, recoge poemas escritos desde los años ochenta hasta nuestros días.

A veces intimista y emotiva, a veces comprometida y beligerante, la poesía de Francisco J. Castañón establece un diálogo con el lector a través de un lenguaje ágil y acabado, donde la disposición de las palabras y el empleo de las imágenes cobran especial relevancia, dotando a los poemas de un ritmo y una musicalidad que resulta una de las notas esenciales de este poeta. Estamos ante una poesía, como nos dice su autor, escrita “adrede”: “La poesía que deslizo adrede y a deshoras/es una voz sin pretensiones./Un cántico indócil y algo acentuado./No sé si pertinente, aunque practica/sus pesquisas y tanteos para especular/con cierto tino.” Se trata, en definitiva, de lo que el propio Catsañón define como “una trova sin jactancia”.

El libro se divide en cuatro partes: Cuando el azar, Emoción de la tierra, Memoria de las horas y Alsur. A lo largo de las páginas de esta obra su autor indaga, profundiza y reflexiona sobre temas tan diversos como la vitalidad o la aspereza del entorno urbano, el paso del tiempo, el sentido de la existencia, el deterioro ambiental o los dilemas que plantea el progreso y el avance de la tecnología. Una poesía que nos invita, como sucede en el poema Resistencia, a no permanecer indiferentes pero también a apostar por la esperanza: “cuando resuenan sucesivas las alarmas/advirtiendo de conflictos, de riesgos/y de crisis que sin cesar nos sobresaltan,/tan solo cabe enrocarse sin flaquezas/en ese punto de mira que reúne/ a la imaginación y a la utopía”.

En otros poemas, quizás más intimistas, Castañón nos desvela algunos de sus muchos secretos. Ya nos reveló hace tiempo que la patria del poeta es aquella que “desterró las fronteras custodiadas por el recelo y la sospecha”, para contarnos ahora que lleva a cabo su “cotidiano psicoanálisis de las ocho cuarenta y cinco” y también que guarda su espectro en el bolsillo de una gabardina, donde “custodia el discreto cadáver de una estrella». El poeta redacta una autobiografía en un lugar donde “las noches huelen a universo y a belleza” creando, de alguna manera, ese “hombre sedimentado” que llegando al límite de la desesperanza, salvando las trampas del consumo fácil, es únicamente cuando puede afirmar: “entonces me parece que escribo poesía”. 

Madrid, la sierra del Guadarrama, las costas de Cádiz y Málaga son ámbitos donde se ha ido fraguando la poesía de Castañón. Así escribe: “Llego a este sur que es un pueblo blanco,/cercado por un aire sin mancha,/a veces intratable,/ y azules ataviados de cielos y océanos.” Lugares, en definitiva, a los que el autor debe su poesía, que surgen en este libro como materia prima de sus versos y, al mismo tiempo, como excusa para la elaboración de su discurso poético. Porque Castañón establece una dicotomía radical entre las caóticas calles de Madrid, atrapadas en “el frío reseco”, y la libertad serena de playas, campos y sierras, donde nos revela que “agito mi sangre en las alturas”. Y es en esa libertad amorosa de El Escorial donde nos dice que “a la sombra de tres altos castaños, tan sólo quiero vaciar las razones del Castañón que soy a mi pesar.”    

Además de Identidad, Francisco J. Castañón ha publicado los poemarios A cuenta del albur, Fuenfría, Las horas indultadas y el libro de actualidad Diccionario de la corrupción (Editorial Nostrum), junto a los periodistas Joaquín Vidal y Eva Díaz Arévalo. Es autor de varios ensayos sobre el siglo XVIII y de numerosos artículos en medios nacionales y regionales.

Redacción

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