sábado, abril 27, 2024
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Los sobrinos del Capitán Grant viajan de nuevo

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El Teatro de la Zarzuela de Madrid repone del 9 de diciembre al 8 de enero Los sobrinos del Capitán Grant, esa obra fantástica, en todos los sentidos, del Maestro Fernández Caballero y Miguel Ramos Carrión, estrenada el 25 de agosto de 1877 en el Teatro Príncipe Alfonso. Continúa así la tradición de representarla en Navidades, siguiendo la costumbre de muchos años atrás, y ciertamente, es una buena elección para todos los públicos: las situaciones, los personajes, y en este montaje de Paco Mir, los magníficos recursos escénicos, hacen disfrutar a chicos y grandes. Esta producción se ha repetido con éxito desde el año 2001 en que se llevó al escenario de la Zarzuela.

Si los más pequeños van a divertirse con las aventuras de estos intrépidos viajeros, los mayores se encontrarán con unos extraordinarios intérpretes y una partitura excelente en la que la habanera, la zamacueca, la mazurca, el vals, junto con otros estilos, envuelven cada situación para culminar en el bellísimo momento del Vals en el fondo del Mar.

La obra, como es sabido, está tomada de la novela de aventuras “Los hijos del Capitán Grant, Viaje alrededor del mundo”, de Julio Verne, publicada completa el 23 de junio de 1868, pues antes había aparecido por entregas en una revista literaria desde el año 1865 hasta 1867. Fue escrita en plena moda viajera y exploradora, cuando el tren y el ferrocarril hacían ya posibles largos viajes por tierra con la misma facilidad que los barcos cruzaban los mares, y los nombres de tierras exóticas como La Antártida, las fuentes del Zambeze o el Lago Victoria eran cada vez más familiares para los europeos.

En la novela, los hijos del Capitán Grant intentan encontrar a su padre, desaparecido en un naufragio, ayudados por Lord Glenarvan, un aristócrata escocés y su esposa; el hallazgo de un mensaje casi ilegible, escrito al parecer por el Capitán Grant, en el que se lee sólo una referencia del lugar (37 grados de latitud), les hace emprender el viaje en el yate Duncan hacia la Patagonia, Australia y Nueva Zelanda. En la travesía encontrarán a un geógrafo francés bastante despistado, Jacques Panagel, que se ha equivocado de barco y acaba sumándose al grupo, y al llegar a Australia, un tal Ayrton, se une a la expedición ofreciéndose a llevarles al lugar exacto del naufragio… en realidad se trata de un bandido, miembro de una banda de ladrones que pretende hacerse con el yate. Afortunadamente no lo consigue, y pacta con Lord Glenarvan ser abandonado en una isla desierta en lugar de que éste lo entregue a las autoridades inglesas… el yate llega a la Isla Tabor y allí encuentran al Capitán Grant para felicidad de todos.

Pero este relato de aventuras encierra mucho más que una fantasía; se ha querido ver aquí un viaje iniciático, enmarcado en los “Viajes extraordinarios” de Verne y referido a América del Sur, Australia y Nueva Zelanda, y se le ha encontrado un antecedente en el viaje de Telémaco en busca de su padre. La atmósfera de la novela refleja el misterio de lo desconocido, lo peligroso, incluso la angustia de los hijos del capitán. No obstante, hace una verdadera exploración geográfica de la zona por la que transcurre la expedición. Hay que señalar sin embargo que la isla Tabor, también llamada Arrecife Maria Teresa, no está exactamente localizada aunque sí señalada en noviembre de 1843 por Asaph Taber (de ahí el nombre), capitán americano de un barco ballenero. Queda por tanto en la categoría de islas misteriosas o islas fantasmas… Precisamente ése es el tercer título con el que Julio Verne completa en 1875 la “Trilogía de Nemo”: “Veinte mil leguas de viaje submarino, “Los hijos del Capitán Grant” y “La isla misteriosa”, una isla imaginaria a la que llamará “Lincoln” y donde volvemos a ver a Ayrton, el bandido, convertido en un honrado colono.

Todos los aficionados reconocerán los paralelismos entre “Los hijos del Capitán Grant” y el libreto de Los sobrinos del Capitán Grant (extranjeros británicos que patrocinan la empresa, mensaje de un náufrago con unos datos que incitan al viaje, personaje en busca de un familiar, científico despistado, bandidos peligrosos, dificultades casi insalvables, exotismo).

Del genio de Verne a la genialidad de Ramos Carrión. Y a la música de Fernández Caballero.

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