sábado, abril 27, 2024
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Historias de mi vida liberal: el mecenazgo cultural de Can Prunera

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

Sóller resplandecía en su abrigado valle, de antiguo difícil acceso, sólo por tren tranvía,  hasta la apertura conflictiva del túnel de la carretera.

Valle de naranjos y limoneros, en franca ruina agraria, dada la competencia exterior que la reduce a hermosas alquerías, segundas viviendas para el turismo establecido, interior o exterior, en busca de la belleza del paisaje, y alguna que otra gran “Possesió” como “Sa Tanca”, donde tuve la ocasión, el año pasado, de asistir invitado a la fiesta que había organizado la hija de Pedro Serra en el 80 cumpleaños de su padre. Jardines y Arte. Ses Cases y Arte, pensé que serían, y eran, una magnífica aportación a la cultura de su propietario y mecenas, aunque este se reservara  para su intimidad la organizada belleza de tan armonioso conjunto, de terrazas, olivos, garrofers, viñas, naranjos y limoneros, que ascendían la montaña, desde el casi inaccesible camino que le liga al centro urbano, y que por mi experiencia como conductor me desvío del tramo organizado, lo que me permite contemplar la “possesió” en todo su esplendor.

Sabía que Pedro era “sollerich”, pero desconocía su intención de recrear a otra escala el gigantesco esfuerzo que había realizado en “Es Baluard”, en la Villa modernista de “Can Prunera”, con 4 plantas dedicadas a artistas que tuvieron que ver con Soller y Mallorca, Joan Miró, Cristofol Pizá, Joaquín Mir, Rusiñol, o Paul Devaux, y en el reportaje podemos ver al Monarca, Don Juan Carlos, en representación de todo el pueblo español, rindiendo homenaje a la cultura que Can Prunera representa y representará. 

9.000 visitas en 6 días hablan claramente del atractivo cultural de una Mallorca desconocida, que con el tiempo que hacía, guardando largas colas, hacer calor y no ir a la playa, demuestra que es posible conseguir que la educación cultural del pueblo mallorquín y de sus visitantes cambie el futuro 180 grados.

Pere A. Serra era mucho más que un mecenas. Era y ha sido un impulsor cultural singular, casi el primero y el único que se ha atrevido a monumentalizar el arte, y su hija, Carmen, estoy convencido de que seguirá esa estela. 

¡Vaya, por fin una vez que no se habla del Palma Arena, del fútbol, de la corrupción política, o de otras mil estupideces que ocupan y preocupan a los lectores, por cierto no demasiados, de los periódicos!

Pero trascender supone leer, admirar la obra de arte, y como en mis mejores tiempos de profesor de Psicología del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, el público individuo a individuo, ciudadano a ciudadano, se transforma en Actor-Espectador de la obra de arte, en la transferencia eterna que se establece desde la creatividad artística a su contemplación, admiración y degustación en los siglos venideros.

Enhorabuena, pues, al futuro de la cultura, hoy centrada en Can Prunera.

Nunca debió pensar el tal Prunera, emigrado enriquecido en Francia, que su casa, modernista, producto de la creatividad de la época, sería un día custodia del Santo Grial del arte, en perpetuo movimiento, de apasionada modernidad.

Desgraciadamente Pedro Serra nos dejó el 2 de noviembre de 2018., lamentando yo su partida pues le conocía desde mis 14 años y le admiraba. 

Persona muy vinculada al mundo artístico, en 1978 organizó los actos en homenaje al 85 aniversario de Joan Miró, entre los cuales destacaron una exposición antológica en la Llonja de Palma y una muestra-homenaje de 365 artistas en el Casal Solleric (Palma). Fue uno de los impulsores y promotores del Museu d’Art Contemporani de Valldemossa (1992) y en 1996, proyectó la creación de la Fundació d’Art Serra, que presidió. En febrero de 1997 se puso al frente del Consorcio del Museu d’Art Modern i Contemporani es Baluard, cuyo museo se inauguró en 2004. En Sóller, su pueblo, y como presidente de la Fundació Tren de l’Art, colaboró con el Ferrocarril de Sóller S. A. en la transformación del edificio modernista Can Prunera en un centro artístico dedicado al modernismo y a exposiciones temporales. Académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Sebastián. Académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. RIP. Te recordamos.

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