viernes, abril 26, 2024
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Los penes, vibradores y orgasmos de nuestras televisivas

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Sabido es que «la primavera, la sangre altera». Para la estación veraniega no hay refrán que la relacione con los apetitos sexuales del personal, pero parece que, por lo que respecta al menos a los famosos televisivos, habría que inventar uno. No hay un día en el que alguno o, sobre todo, alguna, no demuestre estar más caliente que el palo de un churrero (por aquello de seguir con los dichos populares). 

Para empezar, y dado que el calor imperante en España es para todos, no sólo para los más ricos, no tienen problemas en fotografiarse desnudas, ya sea de frente o de espaldas, mirando al mar o frente a por una ventana, tumbadas en una piscina o en la playa. Bueno, a casi todas, porque, como ocurría con la aldea gala de Astérix, algunas todavía resisten a esta segunda oleada del destape patrio (la primera llegó con la Transición). 

Ejemplos son Lucía Pariente, ya saben esa mujer que va camino de convertir a Alba Carrillo en 'la hija de Lucía Pariente', dice que si saliera ella desnuda la gente que la viera «se pondría mala«, y Terelu Campos, que, como alguna otra, sólo lo hace si le pagan bien por ello, como demostró en su día para Interviú. Bueno, y porque, como ella confiesa, «estoy tan apática que ya ni tengo tentaciones». Una no sabe si eso de «tentaciones» se refiere a que no se come ya ni una rosca, que no la admiten ni en First Dates, que no tiene sueños eróticos con todo bicho viviente o que no la incita a ello el calor que hace, ya saben por aquello de que el acto conlleva el sudar como un choto (¡vivan los dichos populares!, aunque ni los entendamos).

Eso sí, el no despelotarse y no tener «tentaciones» no quiere decir que la hija de la Campos, como ha demostrado en una entrevista, no siga pensando que «lo único mejor que un orgasmo son dos orgasmos» o que intente calentar todavía más al personal (sí, ya sé que con ella es una broma de mal gusto) desvelando que  «nunca me voy a dormir desnuda, siempre me pongo una braguita, incluso en verano«. ¿Braga faja? ¿Tanga? ¿Realmente se cree que a alguien le importa cómo se acuesta?

Le ha faltado hablar de consoladores 'domésticos', como el que parece se fabricó la mismísima Toñi Moreno (sí, ya lo sé, vamos de mal en peor), y casi sin proponérselo. La presentadora de Viva la vida contó este fin de semana en su programa que consiguió meter en una cárcel de Bolivia la batería de una cámara, «que era una cosa alargada», metida «ahí…», señalando sus partes íntimas. Y eso que en aquella prisión sí parece que los cacheos son exhaustivos, no como en los estadios de fútbol españoles, como demuestra el que al palpar el policía «ahí…» ella le tuvo que contestar «sí, lo tengo así de duro». Minucioso, sí era el agente. Tonto, también. Menos mal que no siguió contando cómo se la sacó de «ahí…», ni si la puso ella o el cámara que le acompañaba, ni… Paro, paro, tranquilo todo el mundo.

No le debió gustar mucho la experiencia a Toñi, porque de lo contrario quizás le hubiera quitado ahora el puesto de trabajo a Carmen Snake, la 'acróbata vaginal' que descubrió en TV First Dates y que se saca pañuelos y otras cosas de «ahí…» como Juan Tamariz saca cartas de todas partes (menos de «ahí…»). 

Que la besen «ahí…» es lo que ha revelado Oriana Marzoli que es lo que más le gusta cada vez que hace el amor con su nuevo novio, Luis Mateucci (en internet está 4 a 1 que no llega con esa vitola a final de año), “me vuelve loca que me bese las partes bajas y que luego la introduzca”. Y en vez de decirlo en Hola o Lecturas lo ha hecho en Primera Línea, apareciendo los dos, ella y el argentino, en pelota picada. A diferencia de Toñi, Lucía o Terelu, aquí el personal incluso ha agradecido el despelote. 

A ella no quiero ni imaginar las guarradas que la dirían o las fotos que le mandaría en caso de que se filtrara su número telefónico en forocoches, como le ha ocurrido a Leticia Sabater, que dice que «todos los mensajes que he recibido son mayoritariamente obscenos, de sexo o se meten con mis ojos». Eso sí, la venezolana no tendría ningún problema de visión con los mismos, a diferencia de la autora de 'El pepinazo', que ha denunciado que «desde luego, antes tenía el ojo mal, pero después de ver tanto pene ahora ya se me ha ido para el otro lado». Toda la vida suspirando por tener alguno en propiedad y ahora se queja por ver muchos. Las hay que se quejan de vicio. 

La mosca

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