viernes, abril 26, 2024
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No todos los argentinos son psiquiatras

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Un hombre sube al tren. Viste con ropa ajada, de saldillo. No habla, tan solo con la cabeza gacha, extiende la mano para pedir una limosna. Algunos de los viajeros se compadecen regalándole alguna que otra moneda. El hombre da las gracias y se apea, como no sabe leer ni escribir, ni siquiera sabe cuál es el destino del convoy. Las personas que se pasean por la estación esperando el próximo tren, tampoco saben quién es ese hombre humilde de mirada triste que mendiga para poder comer. No saben que es un héroe de guerra. No saben que el único soldado de reemplazo que ha ganado la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, la máxima condecoración que la Republica Argentina da a sus hijos por acciones heroicas.

Se llama Oscar Ismael Poltronieri y nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires en mil novecientos sesenta y dos en el seno de una familia humildísima de campo. Desde niño aprendió a montar a caballo, a conocerlos y a las duras labores que la vida del granjero conlleva. No aprendió a leer ni a escribir, donde él vivía era más necesario el trabajo que las letras.

Donde él vivía era más necesario el trabajo que las letras

Cuando sus padres se separaron, fue a vivir con su madre al pueblo de Mercedes. Donde tuvo que convertirse en el hombre de la casa, trabajando de lo que pudo, lustrando zapatos en la plaza del municipio o lo que saliese. Tenía diez años por aquel entonces. Cuando su madre volvió a casarse y tuvo cinco hermanos, decidió independizarse por lo que volvió a trabajar en las haciendas, con los caballos, su gran pasión; para posteriormente irse a conocer el mar, cuya vista le mostro que había otros horizontes. En Mar del Plata trabajo descargando pescado, pero entonces fue reclutado para el servicio militar. Había una guerra en ciernes contra Gran Bretaña, por unas pequeñas islas llamadas Malvinas por los argentinos, que se encontraban en disputa por los dos países. En aquellos días la Junta Militar Argentina, necesitaba un enemigo externo para continuar en el poder y no encontró otro que la poderosa y otrora colonialista potencia europea. Pensaron que tomar las islas no traería consecuencias, porque Gran Bretaña, situada a miles de kilómetros se limitaría a protestar ante la ONU y demás chorradas diplomáticas. Pero subestimaron el orgullo británico y a su Primera Ministra, Margaret Thatcher, que sin pensarlo, mando una poderosa flota de invasión.

Los argentinos se prepararon para defender las islas, pero no mandaron a sus fuerzas de élite, sino a soldados conscriptos, con poco entrenamiento y peor equipación. Sabían que la guerra estaba perdida y no quisieron arriesgarse a perder la flor y nata del ejército, sustento de la dictadura militar.

Y allí se encontró Oscar Poltronieri, un joven analfabeto pero con los cojones bien puestos y endurecido por una vida de trabajo y miseria. Pertenecía al Regimiento de Infantería Mecanizada número 6, con el grado de soldado raso, manejando una MAG, ametralladora pesada en su pelotón.

En la batalla de Cerro Dos Hermanas, los profesionales soldados del ejército inglés, se encontraron con una fuerte resistencia. Con un frio glacial, empapado de agua hasta las trancas, un ametrallador disparaba sin cesar. Después supieron que se trataba de un solo hombre: Oscar Poltronieri, había desoído la orden de retirada de su compañía:

-Vámonos Poltronieri, que nos van a matar- le dijo el sargento Echevarría.

-Váyanse ustedes que tiene hijos- respondió este- yo no tengo a nadie…

Cambiando de posición con su ametralladora, disparando como un loco, logró detener el avance inglés, con gurkas que desollaban vivos a los soldados argentinos.  Fue dado por muerto, ya que nadie hubiese sido capaz de sobrevivir solo a un ataque tan brutal. Pero Oscar lo logro. Así fue como aquel hombre logro cubrir la retirada de su compañía, salvando la vida de más de cien camaradas.

Cuando regreso a su compañía, les pareció ver a un fantasma, incluso su madre, allá en Argentina se encontraba enferma tras conocer la muerte de su hijo.

De nuevo en combate, realizó otras acciones heroicas, hasta que Argentina rindió las islas.

-Cuando vimos la bandera blanca, la mayoría nos largamos a llorar -dijo años después.

Después el olvido. Vivió en la pobreza y en 1985 encontró un trabajo por casualidad. A los veteranos los escondieron, parecía que la derrota había sido una vergüenza para la patria. Incluso estuvo a punto de vender las medallas conseguidas para conseguir algo de plata.

-…La Municipalidad me dio una casa y me descuentan parte de un préstamo que nos dieron, de la pensión que recibimos por veteranos de guerra. Nos prometieron no pagar impuestos, luz, gas, trabajo, becas de estudio, viviendas… Nada de eso se cumplió. No trabajo desde el 99.

Oscar Poltronieri es el único civil vivo que posee la más alta condecoración. Y ha aprendido a leer y escribir.

En España vivimos aquella guerra esperando que nuestros hermanos argentinos dieran una buena paliza  los soberbios ingleses, pero no fue así. Es una guerra sumida en el olvido, demostró que como siempre, hay hombres, soldados rasos, humildes trabajadores, que van más allá del deber en defensa de su patria.

Desde España, este sincero homenaje a un argentino valiente, que como ocurre a menudo también aquí, fue luego maltratado por sus dirigentes.

¡Gracias por tu humildad y valor, hermano!

José Romero

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