viernes, abril 26, 2024
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(Des)vestidas para matar

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Desde que servidora acompañó a su madre a una güisquería para buscar a mi padre, nunca antes había visto tanta chica mostrando muslamen y pectorales como en cualquiera de las múltiples versiones de Gran Hermano VIP, ya sea gala, express o debate. 

Para salir en la televisión ya no sólo no vale ser anónimo y sin estudios, como la mayoría de los especímenes que aparecen en estos espacios, sino que además hay que ir vestida de pilingui. 

Las concursantes, las que todavía pueden enseñar (por poder, todas, pero tampoco es eso), van así y las mozas que, sobre todo, ocupan las primeras filas del plató, van todavía más insinuantes, como si tuvieran que estar dispuestas para imitar en cualquier momento, cuando el regidor se lo diga, el movimiento de piernas que hizo inmortal a Sharon Stone en 'Instinto básico'. 

¿Que no es algo nuevo? Estoy con usted querido lector. Eso, por ejemplo, ya lo hacía Chicho Ibáñez Serrador en su 'Un, dos, tres' de los 70, los 80 y los 90, donde mandaba a las más feas para las últimas filas y ponía a los monumentos de entonces en la primera (es de suponer que si a la Barneda le exigieran ahora ir como las azafatas de aquel espacio se fuera en ese mismo instante corriendo a demandar a la productora por sexismo o cosas peores). 

¿Que se ha ido una tipa que había salido en bolas en 'Interviú? Pues traemos a otra que, pese a no haberse despelotado todavía, sólo con verla puede calentar hasta un huevo frito en cualquier acera de la nevada Manhattan de estos días. 

Asomarse tan sólo al escote de Charlotte Caniggia será para muchos como que les toque el gordo de la lotería de Navidad sin haber jugado un euro. Si encima enseña algo, o si hace una competición con Belén Roca por ver quién tiene la silicona mejor puesta, ya se podrán morir felices en ese instante

Belén, por cierto, la misma que dice que el resto de concursantes le chupa el culo a Rosa Benito por «ser quien es» (mira, es que sólo imaginarme la cara de alguien en esa posición y ya me dan ganas de vomitar). 

Si la Caniggia no enseña nada, ni sus 'canillas', se tendrán que conformar con que Ylenia, otra de las que llevan para lucir al plató, se morree en el mismo con Suso, por mucho que eso conlleve el que la chica pueda decir alguna gilipollez más, «que me desconcentro y no doy la talla luego«.

Seguro que fueron más los espectadores que quedaron 'desconcentrados' con la frase de la moza, hechos un mar de dudas sobre si se referiría a que se ponía nerviosa y se le nublaban aún más las ideas, si lo de la talla se refería al tamaño de sus tetas o a que no iba a funcionar luego en la intimidad. 

La amiga de la Esteban dijo en el Polideluxe que Suso le atrae sexualmente y que ya ha mantenido relaciones con sexuales con él. ¿Y a mí que me importa? Sí, eso mismo me pregunté yo. Por eso nunca saldré en televisión.

La mosca

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