Este angustioso octosílabo es el enigmático título de un volumen publicado hace ya algún tiempo en árabe y que ha sido traducido ahora al francés y al inglés. Está disponible en versión electrónica y puede descargarse sin coste alguno en varias tiendas digitales. Su autor firma con el pseudónimo, o tal vez heterónimo, de Abubakr Naji, en una especie de homenaje al primer califa, el suegro de Mahoma. Se trata, qué duda cabe, de un autor -¿un hombre, una mujer, varios juntos?- de una formación considerable. En su libro alude y cita expresamente artículos que ha escrito anteriormente. También menciona episodios históricos que demuestran una cierta erudición. El lenguaje es directo, pero sin renunciar del todo a un determinado nivel expresivo e incluso a una cierta tensión narrativa. Llega hasta el punto de citar autores improbables, cuando no del todo apócrifos, que refuerzan el enfoque defendido: “la única medicina que puede salvar incluso al mayor de los pecadores es la guerra santa”, habría afirmado Ibn Taimiya.
Si hay algo que caracteriza este texto, es el hecho de que tal vez sea uno de los que en estos momentos se analizan con mayor detenimiento por parte de los mejores especialistas del mundo. Los más sesudos filólogos, los más pacientes antropólogos, los historiadores más eruditos y los politólogos más lúcidos, juntan sus esfuerzos para desmenuzar hasta la más inocente de las comas empleadas y así obtener alguna pista que permita desvelar quién es en realidad Abubakr Naji.
La barbarie durará el tiempo que sea necesario
‘La gestión de la barbarie’ anuncia las dos etapas próximas que preconizan los movimientos islámicos más radicales para por fin alcanzar sus objetivos e implantar el califato universal. La primera consiste en lo que denominan la fase de humillación y agotamiento. En ésta, se trata de minar la confianza y la moral de las sociedades democráticas mediante el recurso al terror ilimitado. La segunda etapa se iniciará cuando la destrucción de los pilares básicos del mundo occidental permita el desembarco de los salvadores como único remedio frente al caos generalizado y la instauración de ese nuevo califato mítico.
Con la primera fase ocurre algo parecido a lo que pasaba con aquel período incómodo aunque transitorio de nuestra juventud, necesario antes de alcanzar la futura y feliz sociedad comunista, que era la dictadura del proletariado. Lo importante es no tener prisas: la barbarie durará el tiempo que sea necesario.
Con estos mimbres se teje un programa político inequívoco que anuncia, al menos para Occidente, el peor de los escenarios posibles. La confrontación a muerte es la única salida. Sin embargo, siendo de natural optimista, uno quisiera creer que ‘La gestión de la barbarie’ es tan sólo un ejercicio narrativo llevado al límite del virtuosismo literario, en el que la impostura adquiere tintes épicos. Podría ser, por qué no, algo así como aquella extraordinaria obra del surrealista belga Marcel Mariën, ‘Théorie sur la révolution mondiale immédiate”, que propugnaba el cambio definitivo de la sociedad moderna mediante la creación de clubes de vacaciones donde diluir las tensiones mundiales.
Ignacio Vázquez Moliní