lunes, mayo 6, 2024
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Aquí hay petróleo

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A mediados del decenio de los cincuenta del siglo pasado, se produjo una película protagonizada por el inolvidable Manolo Morán, titulada «Aquí hay petróleo». Venía a parodiar la búsqueda del petróleo como una lotería que remediaba todos los males. Ha pasado más de medio siglo y poco han variado las circunstancias, porque en todo el mundo la constancia de existencia de petróleo es recibida con alborozo y síntoma de una mayor prosperidad excepto en Canarias. Allí, lo que en cualquier parte del mundo es considerado una bendición, se transforma en maldición, merced a la lectura de Coalición Canaria, amparada en la bandera ecológica, que habla del peligro de la destrucción del turismo.

Cada año pasan por las costas canarias barcos petroleros que transportan más de 12 millones de toneladas de hidrocarburos, sin que a los preocupados ecologistas de Coalición Canaria les produzca ninguna preocupación, pese a que los mayores desastres ecológicos se produjeron por el choque o rompimiento de buques transportadores, antes que por la extracción de petróleo.

En 2002 se derramaron 77.000 toneladas de fuelóleo del «Prestige»,  y afectaron a un área que iba desde el Norte de Portugal hasta las Landas, pasando por Galicia, sitios donde no se extrae petróleo. Mucho antes, en 1979, el choque de dos superpetroleros, frente a las azules aguas de Tobago, derramaron más de 2 millones de barriles de crudo. Algo antes, en 1999 un buque de Shell derramó en Argentina más de 5 millones de petróleo afectando a los ríos y 30 kilómetros de la costa. Y en la Guerra del Golfo se produjo una marea negra que superó los 4.000 kilómetros cuadrados, con 12 centímetros de espesor.

Es decir, que si Canarias se contamina -Dios no lo quiera- será por los barcos que pasan por sus costas, y repostan en sus puertos, sin que Coalición Canaria vea ningún peligro. Soy comprensivo con la manipulación emocional de los políticos, pero los datos son irrefragables, y no entienden de política cateta, o sentimental, o interesada en demagogias.

Luis del Val

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