viernes, abril 26, 2024
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Las «guardaespaldas» de Ricart

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Los ya maduritos recordarán todavía cuando hacían loas de las monjitas por aquello de «qué buenas son, que nos llevan de excursión». Los más jóvenes seguro que sólo recuerdan a los Mojinos y a sus niñas de La Salle («Vamos al campo, vamos de excursión/ Vamos cantando porque mola mogollón/ Vamos contentas, vamos radiantes/ Unas van detrás y otras vamos delante»). Cualquiera de esas letras es posible que se cantara en el vehículo que trajo a MIquel Ricart el viernes desde Linares a Madrid.

En la localidad andaluza, donde el ya expresidiario se bajó del tren que le iba a llevar a Jaen y en el que todas las televisiones le habían agasajando con cigarrillos y comida e incluso le habrían mostrado fotos de su hija para ganarse su confianza, dos almas caritativas, casualmente reporteras de la productora Cuarzo, la de Ana Rosa Quintana, se prestaron a llevarle en coche a Madrid, «porque Ricart estaba desorientado y no sabía dónde ir», según explicaron sus rectores.

-«¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí?

-Tranquilo. Eres Miquel Ricart y estás en Linares, en España.

-No sé qué hacer, no tengo dinero y no sé dónde podré dormir hoy.

-Tú no te preocupes, que nosotras no te vamos a dejar tirado. Mira, vente con nosotras a Madrid y allí te encontraremos algún sitio para dormir.

-Muchas gracias. Yo soy inocente, yo no he hecho nada.

-No te preocupes, nosotras te creemos».

Esa podría haber sido la conversación que mantuvieron ambas partes y que terminó con un viajecito a la capital de España que, ¡oh sorpresa!, nadie había previsto. Allí, esos «ángeles» terrenales le llevaron a un hotel de cuatro estrellas y con posterioridad, según ha revelado Telemadrid, le llevaron de copas, para intentar ahogar en alcohol las penas por haber sido repudiado por su familia y hasta por su propia hija, y por no haber recibido en 20 años ni una visita en la cárcel. Para que luego digan que ya nadie se preocupa por nadie, que cada uno va a lo suyo.

Las chicas incluso fueron a verle el sábado, para saber si necesitaba algo y, para llevarle a una pensión más modesta, porque posiblemente su salario tampoco les daba para seguir ocultándole en ese hotel tan «estrellado» cercano al Congreso de los Diputados. Qué maravilla, cuánta gentileza.

Y es que todo lo invertido en Ricart ha tenido que salir de los bolsillos de estas dos mozas, habida cuenta de que su jefa, la «reina» Ana Rosa, ha dicho este mismo lunes que su productora no le ha pagado ni un euro, «ni se le ha invitado», y que todo el supuesto despliegue se debía a un reportaje de investigación que estaban llevando a cabo.

Lo que no ha explicado es si sus trabajadores tendrán o no una paga extra de Navidad para compensar sus gastos. Minucias comparado con su gran corazón, con un gesto que seguro que les ha llegado hasta lo más hondo a los familiares de las víctimas de Alcasser.

 

La mosca

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