viernes, abril 26, 2024
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Censurar la historia

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Hay muchas formas de censura. La más grosera de todas es aquella que no se conforma con ocultar la verdad sino que, además, recurre a la manipulación de los hechos. En ése registro habría que incluir, la línea «pedagógica» seguida en algunos colegios catalanes en los que, a juzgar por lo que dice alguno de los alumnos les explican que  Cataluña «perdió su independencia en 1714». Se lo hemos oído decir a un chico de 12 años reclutado por TV3 para un reportaje emitido a lo largo de la programación que éste canal consagró el pasado día 11 a la llamada «Vía Catalana». La manipulación del devenir de la Historia suele ir unida a intereses de naturaleza política. Como paso previo a su posterior liquidación física, Josef Stalin ordenó el borrado de la imagen de León Trotsky de todas las fotografías que reflejaban la presencia de éste revolucionario en algunos de los episodios que jalonaron el triunfo de los soviets en Rusia. Stalin no podía soportar el carisma y el tirón político de quien  gozaba de la estima de Lenin y había sido el artífice del Ejército Rojo.

La manipulación del devenir de la Historia suele ir unida a intereses de naturaleza política

La censura también puede presentar el rostro del silencio impuesto por la fuerza de leyes represivas. Durante el franquismo, en España, amén de la censura que gravitaba sobre los periódicos y se reflejaba en la poda o mutilación de muchos de los contenidos que conformaban la actualidad del día a día, había otra que alcanzaba al trabajo de los historiadores, quienes, por ejemplo, no podían publicar nada sobre lo ocurrido en la guerra de Ifni, perdida colonia cuyo rastro-tras ser anexionada por Marruecos-, se borró durante años de periódicos, libros y revistas de Historia.

Ya digo que la censura y la manipulación tienen muchas caras .Un caso reciente lo tenemos en una decisión del Ayuntamiento de Barcelona (alcalde Xavier Trías, CiU) quien ha negado a los productores de la serie «Isabel »  -se emite en TVE con gran éxito de audiencia- un permiso para rodar y recrear en la Plaza del Rey el histórico episodio del recibimiento ofrecido en 1493 por los Reyes Católicos a Cristóbal Colón a su regreso del primer viaje a las Indias. Los historiadores no se ponen de acuerdo en si el encuentro tuvo lugar en el Salón del Tinell (ubicado en el Ayuntamiento de Barcelona) o si fue en el monasterio de San Jerónimo de la Murtra , en Badalona. Dónde si hay coincidencia entre los observadores de la política catalana es en señalar que al alcalde Trías, embarcado como Artur Mas, su jefe político, en la deriva separatistas, le resulta insoportable la idea de que en uno de los capítulos de la mencionada serie, los teleespectadores de siglo XXI pudieran ver -y sacar conclusiones políticas- de un hecho acaecido hace más de 500 años. Un hecho en el que los protagonistas -Colón aparte-, eran dos monarcas:  Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, quienes al uncir el destino de sus respectivos reinos crearon el primer Estado moderno de Europa Desde entonces, en todo el mundo, a ése Estado se le han venido  llamando España. A juzgar por su negativa a dejar rodar a la televisión en la mencionada plaza, eso es lo que estomaga al alcalde Trías. ¡Pobre hombre¡

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Fermín Bocos

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