sábado, abril 27, 2024
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Allá ellos

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Allá ellos, me da igual. No me interesa ni más ni menos. Mis problemas son, desgraciadamente, otros: no me ha regalado la vida unos ojos fijos en los plasmas. No me interesan ni sus melindres ni su indelicadeza, ni mucho menos sus comunicados sorprendidos. Ni la supuesta anticorrupción, que parece ser de todo menos eso. Se preocupa de la defensa el que debería acusar, por eso no me interesa, no vaya a ser que de tanto eludir me acusen a mí.

Hay que evitar que el desmadre social nos confunda

Es así cuando se traspasan las primeras plantas y nos vamos acercando a las más altas, las de paredes forradas de madera donde se bebe whisky en los despachos antes de la hora de comer. No se irán de cacería entre el anuncio y la comparecencia; ni irán a esquiar dejándose caer desde un helicóptero, como si fuera un anuncio de Nivea, que va.

Me daba igual en la primera línea y sigue dándome igual en ésta: no hay nada nuevo, el chico llegó con las manos llenas de callos, de coger el balón al vuelo y lanzarlo contra la portería, y con sus callos y el cerebro encriptado sedujo a la maquinaria pública para poner números por encima de las letras. Con su bagaje cultural y la firma de la casa se hizo fuerte en el mercado. Uno más; irrelevante. Nada nuevo bajo el sol.

Me interesa más la ‘plasmatosis’ del jefe, que puede que se deba a una inimaginable halitosis intelectual sin curar, un sarcasmo más que otra cosa, nada que ver con la salud, se entiende: es posible que emerjan de sus fauces gérmenes de mal olor que confundan sus palabras y trastornen su elemental nivel de lectura: por eso se puede olvidar y no distinguir lo que se escribe, y que por eso sepuede tender a esconderse en una burbuja plasmática, plasmaciente o plasmoide, no sé con exactitud el plan B, de Bárcenas, de tan heroica estrategia de comunicación, ni conozco la defensa tecnológica de su integridad decadente.

España trafica con marfil metafórico de la Moncloa o con el de la Zarzuela

Es más interesante porque habla de la reforma laboral que nos condena al tránsito fugaz por el empleo, y lo hace después de conocerse el dato lamentable del empleo en el mes de la Semana Santa – ese espejismo que tanto le gustaba a la Elena anterior a la Fátima ésta -. Nos faltaba un narco, ahora que me acuerdo, porque traficantes los tenemos a patadas: traficantes de delirios, de fracasos, de sueños, de desgracias, de penurias, de desilusiones, de desesperanzas. España trafica con marfil imaginario de la sabana que es hoy la Moncloa o con marfil metafórico de la Zarzuela, según se vea: el sueño exquisito que para cumplirse precisa de nuestra desgracia.

Me interesa más esto del crecimiento, que volvamos a ser como antes, pero más limpios, seguramente: purificados del mal que nos causó tanto dolor, el que todos creyeran que podían vivir mejor, ascender socialmente, más allá de la alambrada que separa los límites de clase. Ahora, creceremos, pero cada uno en su sitio. Hay que evitar que el desmadre social nos confunda, tanto interclasismo, esa manía de creer en el maldito un hombre, un voto. Me interesa más lo de Rajoy, que no me interesa nada, por cierto. Así que fíjense lo que me interesan las cosas de la pobre niña rica y noble, como las barricas de coñac francés. Me muevo por otros barrios donde pasan otras cosas. Allá ellos, me da igual.

Rafa García-Rico – en Twitter @RafaGRico – Estrella Digital

Rafael García Rico

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