sábado, abril 27, 2024
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Atlético de Atenas

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Salvando las distancias emotivas, (y deportivas), el gobierno griego tiende a parecerse al Atlético de Madrid de una manera peligrosa. Papandreu siente el vértigo del descenso en la nuca y en lugar de solucionar el conflicto se aventura con un referéndum que indigna al resto de socios de la Unión. Papandreu, en caso de no haberse dedicado a la política, podría haber sido uno más de aquellos entrenadores oscuros que pasaron por el Atlético en la época de Jesús Gil, (uno de tantos que eran recibidos con curiosidad pero luego acababan arrojados junto a los patos del Manzanares sin ningún tipo de ceremonia).

A Papandreu, como toda persona sometida a un elevado nivel de estrés, le corresponde tomar decisiones muy rápidas y a ser posible acertadas, pero ha conseguido equivocarse en casi todo y además decidir de una manera muy lenta. Su propuesta de referéndum irrita en el norte de Europa y afecta a sus vecinos mediterráneos que al fin y al cabo seremos los «paganos» de las equivocaciones de los griegos y de sus incongruencias. No me quiero imaginar a Ángela Merkel enfadada en el palco, sentada en la presidencia junto a Sarkozy, pero los incipientes gritos que se han oído en Berlín recuerdan al inicio de las explosiones volcánicas. El resto de socios no sabe qué hacemos ayudando a Grecia que no tiene vocación, ni voluntad, de permanencia y que como nos descuidemos nos manda a todos a jugar a Segunda División.

En Argentina se inventaron una ley para evitar que el River descendiera de categoría y a nadie le pareció mal: pues en Europa estamos haciendo lo mismo con Grecia sólo que esta vez la afición griega está en minoría y los demás socios no están por la labor de salvar de la quema a quién con tanto ahínco entra en ella de cabeza.

Y eso que al anunciar Alemania la quita del cincuenta por ciento los mercados se animaron y parecieron querer olvidar a toda prisa el gran marrón continental, pero la salida de pata de banco de Papandreu con el referéndum es de manual de cómo hacer amigos en pocos minutos.

Nadie es tan torpe como para ponerse a la cabeza de la crisis mundial pero él parece que lo ha conseguido por méritos propios. Grecia engañó, mintió y manipuló sus cuentas. Grecia tuvo a la UE como la gran hucha que iba a solucionar sus males y al final han tenido tan mala suerte que han elegido al peor de los candidatos posibles. De lo que pase ahora en adelante no tenemos ni idea pero los expertos recomiendan no perderse el partido porque en cualquier minuto el árbitro expulsa a Papandreu y se acabó la «champions» para todos, no sólo para él.

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Rafael Martínez Simancas

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