En nuestro lenguaje de la calle, la fiesta nacional son los toros. Y que resulta una fiesta muy representativa lo ha demostrado sobradamente su prohibición en Cataluña, que por supuesto no procede de amor por los animales, y tampoco desde luego de una voluntad mayoritaria del pueblo catalán, sino de un ridículo empeño de unos cuantos políticos por borrar en toda la medida posible cualquier huella de lo español en aquella maravillosa tierra.
Pero oficialmente existe una Fiesta nacional, un día de la Patria, tal y como sucede en todos los demás países. Es en Estados Unidos el día de su independencia, en Francia el día del inicio de la Revolución francesa con la toma de la Bastilla, en Inglaterra el día de su patrón San Jorge, en Italia el día del referéndum que instauró la República después de la II Guerra Mundial, en Alemania el día de la reunificación después de la caída del muro de Berlín. Cada país tiene sus criterios para señalarla; el caso más frecuente es el de la independencia, modelo seguido en toda América Latina y en buena parte de otras muchas naciones en todo el mundo.
Tradicionalmente, hasta la II República, en España se celebraba como tal día el del santo del Rey. La República convirtió en Fiesta Nacional el 14 de abril, fecha de las elecciones municipales sobre cuya antijurídica base se proclamó el nuevo régimen. El Franquismo llevó la Fiesta al día del Alzamiento militar, el 18 de julio. Y tras la transición que dio paso al actual Estado de Derecho -eso dice la Constitución-, ha quedado establecida como nuestra Fiesta Nacional el 12 de octubre, día del descubrimiento de América.
Con el máximo respeto a todas las demás naciones, pienso que ninguna posee una fecha tan noble para su Fiesta como la que ahora tenemos nosotros. Por la enumeración que he hecho, puede verse que todos los días nacionales responden a criterios de puertas adentro: se celebra algo que sucede en el interior del país y que al país le afecta, su independencia, el establecimiento de su actual sistema político… En el caso español, no celebramos nuestra consolidación nacional, sino nuestra gran aportación a la historia universal, la incorporación de América al mundo conocido, la creación de un inmenso territorio de habla, cultura y tradición españolas, el nacimiento de más de veinte naciones nuevas que forman, a nivel universal, la gran comunidad de los pueblos hispánicos.
Se trata de un acontecimiento que bien se puede considerar único en la historia de la Humanidad. Las dos grandes colonizaciones a nivel universal han sido la de África y la de América. La de África es, también a nivel universal, una universal vergüenza. Los países colonizadores ¿qué dejaron allí al retirarse cuando se produjeron las independencias? Hambre, pobreza, incultura, y una raza, la negra, humillada, explotada
y despreciada. Los colonizadores llegaron, estuvieron y se marcharon, todo lo cual no supuso -puestos a ser suaves en el juicio- un gran beneficio para los colonizados.
Al par, los indicados colonizadores propagaban por el mundo la leyenda negra contra España, la masacre de indios, el exterminio de culturas, la barbarie de la conquista; pero la verdad se descubre a través de los hechos: ¿Cuántos países fuera de la América ibera poseen una importantísima raza mestiza, prueba irrefutable de la unión de los dos pueblos, el conquistador y el conquistado? ¿En cuantos países los conquistadores, al retirarse, dejaron unas cuantas ciudades del calibre de México, Lima, Buenos Aires, Santa Fe, Cartagena de Indias, Santiago de Chile, La Habana, Santo Domingo, etc., etc., etc.? ¿Cuántas catedrales que son obras de arte de rango mundial, cuántas universidades? ¿Dónde existe un código de leyes comparable a las Leyes de Indias, asombro antes y hoy de todo historiador del Derecho que se precie?
Grandes países son también los Estados Unidos y el Canadá. ¿Es qué son obra de colonización de Inglaterra y Francia? ¿Qué había en los actuales Estados Unidos cuándo Inglaterra se retiró? Una franja de trece colonias en la línea estrecha de las orillas del Atlántico. Todo lo demás -es decir, lo que hoy son los Estados Unidos- lo conquistaron ellos una vez independizados. Y otro tanto el Canadá francés e inglés. Por los mismos años, España dejó allí tantas nacionalidades, todo el territorio incorporado, nada ya por descubrir, toda la labor hecha y traspasada a manos de nuestros herederos, que ya sólo tenían que continuar, lo que hicieron con mejor o peor fortuna, pero esto es ya algo que dependió de sus propios avatares políticos.
España aportó un mundo propio que ella descubrió y colonizó. Ha sido el gran regalo de nuestra patria a nivel universal. O sea: estamos orgullosos no de lo que hemos hecho para nosotros sino de lo que hemos hecho para los demás. Celebramos lo que dimos, no lo que nos quedamos. Sin falsa vanidad, España tiene motivos sobrados para sentirse orgullosa de su Fiesta Nacional, que resulta además conmemorativa de un esfuerzo común de toda la nación, realizado por hombres de todas nuestras tierras, sin que ninguna quedase fuera del esfuerzo común. Motivos hay para la común satisfacción.
Alberto de la Hera