viernes, abril 26, 2024
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Un equipo Gates en el Pentágono

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Bob Gates abandonó el Pentágono a principios de julio, pero el nuevo equipo de seguridad nacional que entra este verano es mayoritariamente invención de Gates — plasmando la inusual influencia de un secretario de defensa Republicano a la hora de modelar las políticas y los integrantes de la administración Obama.

Los recomendados de Gates han sido seleccionados para ocupar la mayoría de los altos cargos del Pentágono. Igual de importante, los candidatos que Gates decidió que no serían buenos miembros del equipo se han quedado por el camino, incluso si contaban con el apoyo inicial de la Casa Blanca. Fue el caso del General James Cartwright, antiguo vicesecretario del estado mayor
descartado finalmente para el ascenso porque Gates adujo que no era la
elección idónea.

León Panetta, nuevo secretario de Defensa, encabezará un equipo con autoridad y afabilidad, dos rasgos que Gates distinguía. La pregunta es si tendrán la dureza de decir no a las instancias del Pentágono que destacan en el intercambio de favores y el toma y daca político. El secreto de Gates era su habilidad para imponer la transparencia y, con sus comentarios agudos y cáusticos, inducir a los subordinados a seguir sus órdenes. Esta habilidad será difícil de reproducir.

Gates decidió el año pasado que Panetta sería el sucesor adecuado. Como director de la CIA, Panetta había tomado parte en cada decisión relevante desde principios de 2009, de forma que no habría una pronunciada curva de aprendizaje. Además, Gates estaba impresionado por lo firmemente que Panetta había luchado por proteger a la plantilla de la CIA. Estaba convencido de que el gabinete del secretario de Defensa debe ser un firme defensor de los efectivos (al extremo de que en ocasiones Gates se emocionaba al imponer distinciones en zona de guerra), y veía a Panetta como uno de los suyos.

Otra gran ventaja eran los conocimientos de Panetta en cuestiones presupuestarias, en calidad de ex director de la Oficina de Gestión y Presupuestos. Donde Gates se incorporó al Pentágono en 2006 para «corregir Irak», la máxima prioridad de Panetta va a ser «corregir» los presupuestos militares — administrando reducciones del gasto que no debiliten la seguridad norteamericana. Es un difícil empeño, y será la prueba de fuego de la capacidad de Panetta de decir no.

Gates logró encontrar un equilibrio entre apoyar a los efectivos y pedir cuentas a los oficiales de graduación. Esto será un reto para Panetta, cuya reacción inicial al atentado suicida de diciembre de 2009 contra la base de la CIA en Jost, Afganistán, consistió en cerrar filas frente a la crítica merecida de excesivo gusto por las operaciones clandestinas. ¿Tomará medidas una vez completada la investigación de campo del helicóptero Chinook abatido en Afganistán que costó la vida a 22 efectivos Navy SEAL?

Donde Gates podía resultar cortante y escueto, Panetta es distendido y locuaz. Y le gustan las reuniones informativas: mantiene una «reunión matinal» diaria con una docena de ayudantes, y un encuentro del «grupo de operaciones» tres veces a la semana para debatir las operaciones sensibles. Las dos son ajenas a Gates, a quien le gustaba devorar informes por escrito.

La influencia de Gates queda clara en la elección del General Martin Dempsey para relevar al Almirante Mike Mullen como jefe del estado mayor. Durante muchos meses parecía que Cartwright, un Marine listo, tenía asegurado el puesto. El presidente Obama y su gabinete estaban cautivados por las explicaciones de la tecnología compleja de defensa que daba Cartwright.

El problema de Cartwright, según varios altos funcionarios, era que se creó una reputación de «independiente» que en ocasiones no colaboraba bien con los colegas. Mucho se ha hablado de su apoyo en 2009 a la opción del contraterrorismo limitado en Afganistán, en contra de las opiniones de Gates y Mullen. Pero el problema iba más allá: Cartwright mantenía una relación delicada con Mullen, y el resto de los responsables cuestionaba si sería un canal fiable de sus opiniones. Hasta en las instancias con más galones, el ejército es una especie de trinchera en la que «las estrellas» pasan factura.

Lo que descartó finalmente a Cartwright fue que Gates llegó a la conclusión de que los críticos tenían razón — y que el vicesecretario venía dando consejos a la Casa Blanca sin informar a los colegas de mayor graduación. Es entonces cuando Dempsey, que había impresionado a la Casa Blanca como mando en funciones de CENTCOM, empezó a sonar como sucesor de Mullen. Los rumores de que Cartwright fue eliminado a través de una campaña de desprestigio se equivocan; Gates simplemente convenció a la Casa Blanca de que Dempsey sería un mejor líder.

La marcha de Cartwright dejará un gran vacío. Su sucesor como vicesecretario, el Almirante James Winnefeld, es un militar bastante apreciado pero carece del dominio de la tecnología que tiene Cartwright — algo que se echará en falta mientras el Pentágono de la limitación presupuestaria trata de evaluar los peligros del conflicto en internet y el resto de las nuevas tecnologías.

Gates fue uno de los secretarios de Defensa más eficaces de la era moderna. Trató durante sus últimos meses de dejar un Pentágono a su propia imagen. Pero el ingrediente secreto era el extraño, irascible y profundamente experimentado Gates — y eso no abunda.

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David Ignatius

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