El diario El País, en la edición de ayer, sin precisar nombres ni detalles, da cuenta de que dirigentes del PSOE están buscando acercamientos con el movimiento de «Indignados». Si ésta noticia se confirma y se concreta, será una prueba evidente de que, tras muchas vacilaciones, el PSOE se ha dado cuenta de que si no logra un entendimiento con los españoles que son capaces de movilizarse como el 19-J, su batacazo electoral puede ser inconmensurable.
En realidad es un puro problema de definición de proyecto político y de modelo de partido. Puede ser que con las viejas técnicas de oferta de cargos puedan incorporar a algunas figuras del 15-M, pero ya no es tiempo de esa tecnología. Lo que las circunstancias exigen es un programa electoral y un compromiso con las demandas que están respaldadas, según las encuestas del CIS, por más del ochenta por ciento de la población.
Pero la cosa no es tan sencilla, porque a lo que parece que los «indignados» no están dispuestos es a renunciar a un cambio de sistema y a una profundización de la democracia, abarcando la democracia económica.
Si el PSOE quiere entendimiento tendría que encabezar la batalla por quitarle a los mercados el poder que hoy tienen y someterlos a la soberanía política. Tendría que aplicar y aplicarse un principio de transparencia en todos sus actos de partido y en los institucionales. Tendría que acostumbrarse a servir a los ciudadanos y no servirse de sus votos. Tendría que rectificar el programa de recortes del estado del bienestar. Tendría, en síntesis, que liquidar el socialismo de José luis Rodríguez Zapatero y refundar el PSOE. Pero, ¿quien dice que eso no es mucho mejor todo esto que la catástrofe que se le avecina? ¿Serán capaces los dirigentes de éste PSOE de entender así el problema?
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Carlos Carnicero