viernes, abril 26, 2024
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Hace ya más años de los que quisiera recordar, y en una noche de insomnio, escuché de madrugada en Radio Nacional de España una entrevista a Cristina Hoyos, gran bailaora y, por lo que se ve, mejor persona. Después de muchos años más no se me ha olvidado. Me llamó la atención su sinceridad y aplomo al hablar de un problema por el que había pasado un familiar –su hermana- y por el que ella misma estaba atravesando. No era la primera, ni será la última que atraviesa por esas circunstancias que tanto traumatizan a las mujeres, en primer lugar, y a los que se encuentran a su alrededor, en segundo.

Por aquel entonces yo trabajaba en la televisión y ya sabe que a los periodistas no nos gusta “copiarnos”, pero no me importó que lo pareciera. Me impactó tanto aquella conversación en la radio que quise que su testimonio apareciera en un reportaje televisivo en el informativo que dirigía.  No hubo pegas por su parte y mi equipo se sintió muy feliz al poder hacer algo que se saliera del “carril” establecido, ya sabe…, política ya fuera local, regional o nacional.

Cristina Hoyos, gran bailaora y mejor persona, luchaba a brazo partido contra el cáncer de mama y, si me permite la expresión, hacía proselitismo para demostrar que, tras el trauma físico y psicológico inicial, esa enfermedad es superable. Da igual que sean jóvenes mujeres de diecinueve años o abuelitas de ochenta. Esta patología ignora las edades y, lo peor, las burla.

Pues Cristina Hoyos, con la que, a mi pesar, no he cruzado palabra, ha apadrinado un centro –el primero en España y cuyo nombre no citaré por motivos obvios- dedicado a la cirugía reconstructiva inmediata de la mama. Esto es, en la misma intervención quirúrgica de extirpación del tumor, y siempre que sea posible, a la mujer afectada se le reconstruye el pecho de tal modo que el impacto vital se reduce considerablemente.
Entre los “apóstoles” en esta cruzada, el periodista de El Mundo, Carlos Toro, está en primera línea. Y es bueno, creo yo, que los “chicos” nos involucremos en ello.

Cristina Hoyos no pudo beneficiarse de esta técnica implantada recientemente en España por el cirujano Jorge Fernández Delgado, pero ha alentado a muchas mujeres a luchar contra esa enfermedad y sobreponerse a ella.
¡Y vive Dios que es cierto!

Hay que verla en el escenario.  Según dice la propia bailaora, no se pudo “permitir” que los efectos de la operación mermaran sus movimientos de los brazos, clave en su arte.

¡Y vive Dios que es cierto! Hay que verla en el escenario.

Ni sé ni me importa los años que tiene Cristina Hoyos. Sólo sé, y no es una imaginación porque la he visto, que con su vestido de gasa parecía flotar sobre el escenario, sus brazos eran pura galerna y sus manos brisa suave. En todo ese contraste, sus dedos acariciaban las mejillas y las uñas impolutas y afiladas como puñales,  nos recordaban la crueldad del cáncer de mama y  las ganas de encararse a él.  Se le puede ganar y Cristina Hoyos, como otras muchas mujeres, lo han conseguido.

Ella dice: “Ánimo, p´alante”. Pues eso.

Así que, con la que está cayendo a nuestro alrededor, me ha parecido conveniente hacer un paréntesis porque hay cosas bastante más importantes que la política.

Al menos viene bien una reconciliación con el entorno más cercano. Eso creo.

Alfonso García

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