viernes, abril 26, 2024
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Lo que queda del líder

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Las previsiones de los resultados catalanes certifican la caída de un líder singular, que creyó que con su talante, los pactos del Tinell,  la reivindicación  de una Memoria histórica opuesta al consenso de la Transición, la banalización del alcance de las reformas estatutarias que impulsó, la Alianza de Civilizaciones contra el terrorismo islamista, y el diálogo político con ETA se abría un nuevo mundo que anunciara la paz.  Un mundo distinto, que desenterrara las viejas heridas y agravios, que reviviera un antifranquismo treinta años después,  y que adjudicara a la genética del adversario político los males del hombre.   

El triunfo de Mas que vaticinan las encuestas y el varapalo de la apuesta del tripartito  incrementan el desgaste de Zapatero, que no logró explicar con convicción su giro social, después de haber comprometido en ello su palabra. “La salida a la crisis será social o no será”   El eco de aquélla actitud retadora  demuele su nuevo ímpetu.  La gran paradoja es que mientras gana en responsabilidad pierde en credibilidad.

Sin convicción firme. El líder se muestra acorazado e inseguro, cuando alude a su candidatura incierta y a la hipotética función del vicepresidente en la sucesión. Un presidente que responde a la pregunta: “¿Qué le pareció a entrevista a Otegi en El País” con un lacónico: “Interesante”; o a la de “¿La izquierda independentista vasca se va a poder presentar a las municipales?” con otro enigmático: “Difícil”,  revela la indeterminación de su posición política en temas tan graves como el del final del terrorismo. 

Pero hay más síntomas del declive.   Un líder que agradece de forma desmesurada el apoyo de supervivencia del PNV y augura otros pactos de más calado con la formación nacionalista –“su apoyo no lo olvidaré”- sin importar el desdoro implícito hacia un lehendakari  socialista cuyo sentido político está ligado al proyecto de cambio.  Elogio expreso que producía el sonrojo de los diputados nacionalistas, horas antes de que el mismo partido pusiera contra las cuerdas al lehendakari en el Parlamento Vasco, como si fuera corresponsable de los GAL  Como el viejo zorro,  un PNV envuelto en las loas de Zapatero tomaba la vía libre para debilitar al lehendakari, sin precio alguno.  La embestida tuvo su respuesta: El lehendakari rechaza de plano que su puesto esté en juego,  que no renuncia al proyecto de cambio incluso en ayuntamientos y diputaciones.

Hay un lugar en la serena Tierra de Campos donde hace años cayó una torre y sus ruinas fueron durante décadas parte de su paisaje.  Una pared quedó como sostenida en el aire. Su imagen evoca la actual del presidente Rodríguez Zapatero  sujeto aún por un imaginario socialista  que vio en él la encarnación de un ideal. 

 

Chelo Aparicio

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