La candidata del PP a la Generalitat, Alicia Sánchez-Camacho, participó ayer junto a José Montilla y Joan Herrera en la primera parte de “Tinc una pregunta per a vostè”, la versión especial del programa para las elecciones catalanas que emitió el canal 24 h de TVE.
Su turno podría haberse titulado “La familia, bien, gracias”. Porque le preguntaron por el discurso de su partido acerca de la lengua y aclaró que sus padres eran extremeños, no hablan catalán y eso “nunca les ha supuesto ningún problema” pese a vivir en Girona.
El recurso del PP al matrimonio homosexual y el empeño de Mariano Rajoy por derogarlo también fue una de las cuestiones que le plantearon. La candidata conservadora se puso a hablar primero del derecho a la vida y de su oposición al aborto y a la eutanasia, como si tuviera algo que ver. Ya más centrada, defendió que los homosexuales tengan los mismos derechos excepto el de que se llame matrimonio a su unión.
Pero cuando Sánchez-Camacho se hizo un verdadero lío fue cuando empezó a defender el concepto de familia tradicional, en peligro por culpa de los socialistas según se ha vociferado en varias manifestaciones callejeras apoyadas por la Iglesia y por su partido.
De pronto, Sánchez-Camacho se vio en la necesidad de explicar a los telespectadores lo que casi todos los catalanes saben y respetan: que es madre soltera y que tuvo un hijo porque le dio la gana.
Nadie se lo había preguntado. Nadie la estaba juzgando por su vida privada. Pero ella, en un movimiento incomprensible, entonó un lamentable mea culpa. Dijo que espera algún día poder darle un padre a su hijo y que a veces se siente mal porque no predica con el ejemplo al educar al niño sin referente masculino. También aclaró que si el crío resulta ser homosexual “lo querría igual”. Nadie había dudado de ello.
El que tendrá derecho a preguntarle por la coherencia es el chaval cuando sea mayor. Él sí podrá preguntarle por qué un día, en la tele, dio la sensación de que su madre se disculpaba.
Luz Sanchis