viernes, abril 26, 2024
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El postzapaterismo

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Ahora tratan de disimular tanto la realidad cono lo que han hecho: que el secretario general sale reforzado por la democracia interna, que nadie puede ser castigado por el ejercicio del voto, que ahora se demostrará lo unidos que todos están, etc. Lo malo de disimulos de este calibre no es su escasa capacidad de convencer, sino la imposibilidad de rectificar lo que se ha hecho tan mal. Ahora, mientras se insiste en que todo es tan maravilloso como si hubiese ganado Trinidad Jiménez las primarias de Madrid, salta al escenario de las desgracias del presidente la especie del “postzapaterismo”, que ya tiene coña.

Hay dos posibles postzapaterismos. Uno, el que se producirá cuando pierda las elecciones y que, si no cambian mucho las cosas, está al caer. Pero el previsible desastre electoral del presidente no va a tener causa, desde luego, en que Tomás Gómez le haya dado un coscorrón político este pasado fin de semana. Las primarias de Madrid, en la que la dirección del PSOE ha sacrificado a Trinidad Jiménez, son un síntoma más, entre muchos, de la falta de sintonía del Gobierno con la realidad y con los votantes, sean estos socialistas o no, afiliados o no. La pérdida de la confianza se ha ido amasando en el sistema elegido para una supervivencia por acumulación (los sindicatos, que le dan la espalda; los nacionalistas catalanes, a los que engañó con lo imposible a poco aprecio que se tenga a la Constitución; el PNV ahora en una de las operaciones más extravagantes tanto por su contenido injusto como la bofetada que implica a sus compañeros vascos, etc.). Se ha incrementado por la imposibilidad de prever las consecuencias de la crisis, de explicar lo que realmente ocurre y de resolver –o al menos contener- esta sangría. Y se agranda con esa sensación de que nuestro Gobierno, en el contexto europeo e internacional, es como un boxeador sonado al que una vez echan sobre las cuerdas y otra sacan al centro del ring porque interesa seguir vapuleándole. La desconfianza de los consumidores reflejada en la última encuesta del ICO, los datos del paro, las calamitosas perspectivas de los Presupuestos, el precio paralizante de nuestra deuda reflejan mejor que las primarias de Madrid que se termina un ciclo. Lo de Gómez, más allá de los afiliados y los observadores más próximos, sólo supone, en el común de los contribuyentes, un “ya lo decía yo” referido al descontrolado desconcierto en el que se mueve el presidente. Pero lo decían antes de este nuevo síntoma.

Otro postzapaterismo sería el interno, el que se podría generar en el PSOE, de buscar un nuevo candidato al constatar este plano inclinado por el que se desliza. Pero, si él mismo no decide renunciar, no se ve en el horizonte, a pesar de todo, quién podría sustituirle en un contexto político e ideológico tan personalizado.

Germán Yanke

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