Ayer se realizaron las elecciones en las diecinueve Intendencias Municipales del Uruguay. En once de ellas triunfó el liberal Partido Nacional; la coalición de izquierdas Frente Amplio (del presidente José Mujica) lo hizo en seis Departamentos y el socialdemócrata Partido Colorado en dos. Cabe mencionar que, como es habitual, la jornada electoral fue ejemplar, sin el mínimo contratiempo en ningún punto del país.
Con una baja votación en Montevideo, triunfó nuevamente la coalición Frente Amplio (que reúne a socialistas, comunistas, ex guerrilleros tupamaros, partidos menores, marxistas o no, y otros más pequeños) y, por primera vez, ha sido elegida una mujer para el cargo de Intendente Municipal: la comunista Ana Olivera. Los liberales nacionalistas ocuparon el segundo lugar en Montevideo (habían sido terceros en el 2005) y el Partido Colorado bajó al tercero.
El pasado se estiliza y los mitos se desdibujan, decía Jean Francois Revel, y no le falta razón. La izquierda, que ha tenido menos votos que otras veces (con alta abstención) e incluso ha perdido una Intendencia (que fue a manos socialdemócratas), ha conservado algunos Departamentos de importancia, como Maldonado. Los liberales nacionalistas mantuvieron once Departamentos, imponiéndose con comodidad en esas comunas que ya administraba (como Lavalleja, Durazno, San José, Cerro Largo, Colonia), y los colorados le arrebataron una a la izquierda. Pero, en general, todo sigue igual; hay sabor a nada. En julio asumirán los nuevos intendentes municipales y los recientes alcaldes (figuras nuevas, cuyas desdibujadas atribuciones casi nadie sabe bien cuáles son), y allá vamos, por cinco años.
El Uruguay, que es un país politizado, no participó como en otros tiempos en esta oportunidad. Estuvo al margen. No vendría mal un poco de humildad en los partidos políticos, tras estas elecciones, y una seria autocrítica, para ver qué está sucediendo aquí. ¿Seguirá ganando la izquierda porque sí o, al final, por el desgaste de los mitos, como señalaba Revel, Aquiles terminará por alcanzar la liebre? Como no puede haber política sin pensamiento, cabe esperar que se comprenda que debe pensarse en reformas verdaderas y para todos. La izquierda ya no puede (eso parece poner en evidencia lo acontecido ayer, aunque igual triunfe) seguir administrando a sus electores como un fondo que cada día vale menos, pues algún día reaccionarán: es un asunto cultural, no de estrategia política. Y así, con Montevideo de nuevo en su poder, y con el interior para unos y otros, el Uruguay ha quedado dividido hoy en dos mitades exactas: una socialista y la otra liberal.
Como la preparación de un espejismo a veces puede resultar peligroso, cabe la esperanza de que se haya comenzado a comprender dónde se pueden realizar las reformas esenciales: en un Uruguay solitario, o un Uruguay abierto y de libre mercado, cada día más integrado al mundo que comienza a delinearse (con Piñera en Chile, Serra en Brasil y los Kirchner difuminándose) en esta zona del mapa.
Rubén Loza Aguerrebere