sábado, abril 20, 2024
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CIS: el reino de la desconfianza

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Con las encuestas, como ocurre con la de ayer del CIS, todos ganan. O todos saben de qué fleco agarrarse para poder decir que ganan. El PP puede afirmar que está por encima del PSOE en intención de voto. El PSOE que, desde la anterior, ha mejorado y recortado la distancia. CiU, que su portavoz parlamentario, Josep Antoni Duran i Lleida es el político mejor valorado. Y así hasta el último. Al mismo tiempo, todos ponen en duda las encuestas, esta del CIS o cualquier otra, por si las valoraciones dominantes no se corresponden con la suya: la malvada “cocina”, la foto fija que no refleja una evolución, la provisionalidad de los datos hasta que no se vaya a las urnas, etc. El consuelo de este tipo de valoraciones es tan vano como de consumo interno, es decir, sólo vale para que los profesionales de la política se consuelen a sí mismos y sigan haciendo cábalas.

Pero no parece que haya dudas sobre algunas cuestiones. Una gran mayoría piensa que la situación económica es mala o muy mala (peor, sin duda, que la política, que también se valora negativamente), peor que hace un año, sin esperanza real de que mejore. La situación daña, sin duda, al PSOE pero ni ahora ni como tendencia de modo definitivo. Si dejó de ser la primera opción en la intención directa de voto, lo vuelve a ser ahora, aunque sigue quedando por detrás en la estimación de voto y pierde más que su directo adversario respecto a las últimas elecciones generales. El PP se beneficia más de la pérdida de confianza del PSOE que de sus propios méritos y, dada la opinión general sobre la situación, sorprende su escaso margen. Tiene, sin duda, un problema de discurso: los encuestados consideran que tiene más gente preparada para abordar la crisis pero le ven menos preocupado por los problemas reales y más afectado por la corrupción. En vez de la crítica a los sociólogos o las valoraciones autocomplacientes no les vendría mal a unos y otros tomar nota.

Tomar nota, sobre todo, del desapego constante y en aumento de la actividad política. Los encuestados siguen colocando a los partidos a la cabeza de los problemas inmediatamente después de las cuestiones directamente relacionadas con la crisis económica. No sólo no hay político que apruebe en la valoración de su gestión, sino que desciende la de aquellos llamados al principal liderazgo. Quienes se empeñan en ser optimistas no logran depositar su confianza en los políticos. Lo demás… Si tan reiterada constatación no sirve para que cambien las actitudes, esperemos lo peor.

Germán Yanke

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