Eran alemanes, era el Bayern Munich el que estaba sobre el césped del Camp Nou. Eran Karl-Heinz Rummenigge y Frank Beckenbauer los personajes de leyenda del fútbol germano y mundial los que se sonrojaban en el palco del coliseo azulgrana. Y, sin embargo, anoche a merced del Barcelona, parecían ser los componentes de cualquier equipo ‘sparring’ de regionales en una de las ‘pachangas’ de pretemporada veraniega.
Un Barça sublime, que lleva camino de acaparar todos los récords de calificativos, volvió a asombrar a propios y extraños con su fútbol insaciable que cuando alcanza su máximo esplendor llega a ser humillante y ofensivo para el equipo rival.
No diga Barça, diga espectáculo. Anoche le tocó a todo a un histórico Bayern el ‘premio’ de mejor espectador del partido en la rifa de los cuartos de la Liga de Campeones. Mientras tanto los Demichelis, Van Bommel, Zé Roberto, Schweinsteiger, Ribery y Toni se mostraban ante Europa como asombrados juveniles a la caza del autógrafo de sus figuras.
Fueron cuatro goles -Messi, dos, Eto’o y Henry-, pero el equipo de Pep Guardiola pudo redondear una goleada de escándalo si no hubiera rizado tanto el rizo delante del espejo donde los grandes equipos se preguntan eso de «dime espejito lindo si hay un equipo que juega mejor que yo», y si tampoco hubiera echado el freno al comienzo del segundo periodo como si quisiera dar alguna opción para que el aficionado culé pudiera examinar a Ribery como, según dicen, futuro jugador azulgrana junto a los Messi, Eto’o, Puyol, Iniesta y compañía de este Barça mágico.
Antonio Cubero