domingo, mayo 5, 2024
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Los errores de la policía que estremecen a sus aliados europeos

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La actual situación en Bélgica es caótica. Las informaciones que se suceden son confusas, la ciudad de Bruselas aún no ha recuperado la normalidad y los principales sospechosos de los atentados siguen en paradero desconocido. Varios ministros han dimitido y desde el propio Gobierno ya se han sacado a relucir trapos sucios de la Policía. Por si fuera poco, la última información oficial es que las Fiscalía belga ha liberado al principal sospechoso.

El caos se incrementó en las últimas 48 horas. El sábado la Fiscalía belga anunciaba la detención del principal sospechoso de los atentados, el ya famoso “hombre del sombrero”, Fayçal Cheffou, junto a otros ocho sospechosos de 13 operaciones policiales. Pocas horas después el propio fiscal confirmaba que sobre el detenido recaían los cargos de “liderar actividades de un grupo terrorista, participar en asesinato terrorista y tentativa de asesinato terrorista”.

Hasta ahí todo correcto, pero la confusión llegaba este lunes. Por la mañana, la Policía Federal divulgaba un vídeo para pedir a la ciudadanía la identificación del “hombre del sombrero”. Algo que confundió a la población belga, porque se suponía que dicho terrorista ya estaba detenido. Al final, la Fiscalía despejaba las dudas: al sospechoso detenido se le ponía en libertad debido a que «los indicios que habían llevado a la detención de Fayçal C. no se han visto confirmados por la evolución de la instrucción [del caso]». Por tanto, el terrorista más buscado en Europa sigue en libertad.

De los otros 8 detenidos, tres siguen encarcelados y con cargos por pertenencia a banda terrorista: Yassine A., Mohamed B. y Aboubaker O. Una cuarta persona  se encuentra retenida sin conocerse los detalles, mientras que los otros cuatro fueron puestos en libertad al poco de ser detenidos. Los cuatro terroristas detenidos se unen a otros dos que ya han sido procesados por la Fiscalía belga: Rabah N. Y Abubaker A.

Bélgica en evidencia

A la actual situación de caos que vive el país se le debe añadir un escenario político impredecible y tenso. “No se podía añadir más caos al caos” acertaba a describir el escenario político en su editorial el rotativo ‘Le Soir’. Y es que, tras las dimisiones de los ministros la gran coalición del Gobierno belga que une a cuatro fuerzas se tambalea. Jambon era el viceprimer ministro y peso pesado en una de las fuerzas flamencas que forman parte de la coalición. Su salida podría provocar una ruptura que ha llevado meses construir.

Por su parte, el Partido Socialista que están en la oposición, por primera vez en 25 años no forman parte del gobierno, han criticado duramente el escenario político. “El momento de anunciar las dimisiones fue indecente”, ha replicado Laurete Onkelix, jefa de los socialistas valones.

El caos político e informativo se une a otros episodios han puesto en evidencia a políticos y policía belga no se desalojara el metro tras las explosiones en los aeropuertos, que no se llevarán a cabo controles en autopistas y trenes, que no se cerrara el segundo gran aeropuerto (el de Charleroi) o las continuas filtraciones desde la Policía. Por no hablar, de leyes tan “curiosas” como no entrar en viviendas por la noche y que permitió escapar de la policía a los yihadistas en alguna ocasión. Aunque el episodio más ‘avergonzante’ fue el de poner en libertad a uno de los suicidas, Ibrahim el Brakaoui, pese a las advertencias y que ha costado la dimisión de los ministros del Interior, Jan Jambon, y el de Justicia, Koen Kroers.

Clint Watss, alto responsable de la lucha antiterrorista del FBI, explicó en la NBC que “resulta incomprensible que las autoridades y la policía belga no elevara el nivel de alerta” y no dudó en hablar de “incompetencia”. Watss no es el único, diferentes fuentes europeas han señalado que las graves deficiencias policiales belgas han ayudado al caos reinante.

Los interrogantes de Charleroi y París

Cada vez parecen más claros la relación entre los atentados de Bruselas y París. Uno de los lazos es el terrorista Najím Laachraoui que no solo fue el segundo suicida en el aeropuerto de Zaventem sino que también fue el artificiero de las bombas de París. Su ADN se encontró en un cinturón explosivo y en un trozo de pañuelo en Bataclan, además de en un artefacto explosivo en el Estadio de Francia.

El propio Salah Abdeslam huyo de Francia y se ocultó en Bélgica. Pero el dato más inquietante es el de Jalid el Bakraoui, el suicida del metro de Bruselas, que tenía alquilado un piso en la ciudad de Charleroi. Curiosamente, la ciudad belga tiene el segundo aeropuerto más grande del país, dónde viajan la mayoría de aerolíneas ‘Low Cost’.

También, fue en esa ciudad dónde hallaron muerto un agente de seguridad del Instituto Nacional de Radioelementos y se especuló que se hubiera robado su tarjeta de seguridad. La Fiscalía ha precisado que podría tratarse de un “robo aislado” pero coincide con otras informaciones de que los terroristas podrían estar trabajando para hacer bombas químicas. Asimismo, con que después de los atentados los primeros refuerzos militares se hicieron en las centrales nucleares. Aunque los expertos resaltan que para un ataque químico es más efectivo tener elementos radiactivos tangibles que acceso a una central.

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