viernes, mayo 3, 2024
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Los enigmas de Rajoy

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La noche del 9 marzo de 2008, al conocerse la segunda victoria de Zapatero sobre Rajoy, la despedida desde el balcón del edificio de Génova del líder del PP desató un torrente de especulaciones y rumores. Como escribía siete días después Carlos E. Cué en El País, “su enigmático «adiós» y sobre todo la cara de su esposa, Elvira Fernández, Viri, desatan todas las alarmas. Cuenta la leyenda del PP que en 1993, tras la segunda derrota de Aznar, fue Ana Botella la que tuvo que animar a su marido. Ella no salió al balcón, como prueban las fotos. Pero el carácter de Viri no tiene nada que ver con el de la explosiva Botella, y toda España la ve hundida abrazando a su marido. «Yo llevo 20 años en esto. Todos tenemos una familia. Y a esa mujer la vimos todos. Y los que sabemos cómo es una derrota, sabemos que esa mujer le estaba diciendo: ‘Mariano, vámonos», cuenta un experimentado diputado.”
Esto es lo que debieron percibir, entre otros, Esperanza Aguirre, Ignacio González y Francisco Granados.
Tras ese “adiós”, esa misma noche comienzan la puesta en marcha de una “conspiración” ya hilvanada con anterioridad y que esperaba únicamente que se consumara la derrota de Rajoy para que la presidenta madrileña, con el apoyo de la caverna mediática, se convirtiera en la salvadora del PP.
El trío en cuestión da el primer paso que no es otro que utilizar para sus intereses, una vez más, Telemadrid, la cadena supuestamente de todos los madrileños. La jugada era que Granados fuera la “lanzadera” del malestar generado en el partido madrileño por el segundo fracaso de Rajoy ante Zapatero. Y en efecto, así fue, Granados fue el primer ariete enviado por Aguirre para cuestionar el liderazgo de presidente popular. Ni qué decir tiene que aquella noche en Telemadrid estaban en estado de “prevengan” y cuando recibieron la llamada esperada se pusieron manos a la obra. Había que poner a Granados  como invitado en el programa “El Círculo a Primera Hora” aunque para ello tuvieran que desconvocar al entrevistado ya citado y programado. Todos cumplieron con su papel y Granados estuvo como un clavo en el programa que presenta Ely Del Valle. En la entrevista que tuvo lugar el 10 de marzo de 2008  a las 9 de la mañana, y que cuyo resumen sigue recogiendo la web de la cadena autonómica, el secretario general de los populares madrileños ya dejó caer algunos avisos para navegantes: No hay que ponerle ningún pero a la victoria socialista. Zapatero ha ganado y habría ganado independientemente del atentado». Se refería al asesinato del socialista Isaías Carrasco. Y en su análisis de los resultados continuaba: “Nosotros tenemos que hacer una reflexión sobre qué nos pasa en Cataluña. (…) Está claro que nuestro mensaje en Cataluña no ha calado. Tenemos la sensación de que muchos catalanes han visto y considerado en nuestra postura de defensa de una nación, las española, de ciudadanos libres e iguales, un ataque hacia ellos y eso hay que corregirlo». Evidentemente, sin citarlo, el responsable de ese fracaso era el líder del PP.
Era la primera andanada matinal. Por la noche fue Sánchez Dragó, con un ataque kamikaze, quien directamente pedía la dimisión de Rajoy. Esa fue la señal de salida para que los “conspiradores” se alinearan y comenzaran a dar la batalla en las semanas siguientes a la derrota que condujo al PP al congreso de Valencia.
En esa campaña de desestabilización, el 4 de mayo de 2008, el diario 20 Minutos publicaba el adelanto de una entrevista con González donde se le preguntaba si Rajoy iba a ser el candidato del PP en el año 2012. El hombre de confianza de Aguirre respondió: “Eso no lo sabemos”.
Lo que sí se sabe hoy, como hace cuatro años, es que González no es profeta ni adivino, aunque sí visionario.

Durante esos días, exactamente el 30 de mayo, se sentían tan fuertes los conspiradores que hasta se dejaban fotografiar en un burladero de Las Ventas durante la Feria de San Isidro, como publicó El Mundo y otros medios. Sin pudor ahí estaban apiñados Juan Costa, Ignacio González, Gabriel Elorriaga, Francisco Granados e Ignacio Astarloa. Todos más que sonrientes, felices, no por la faena que pudiera darse en el ruedo, como puede apreciarse en su mirada, sino quizás por otra faena de la que pudieran estar hablando en ese momento. Según contaba la Cadena SER  sobre el momentazo: “Al comienzo de la corrida de hoy (30.05.08) en la plaza, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, no paraba de decir: «Todavía falta la estrella invitada».
Además bromeaban sobre su ausencia al acto organizado mañana por Mariano Rajoy en Valladolid.

El consejero Francisco Granados explicaba entre risas por teléfono que ni Esperanza Aguirre ni González ni él mismo iban a poder asistir al acto de Rajoy porque «tenían muchos problemas familiares».
A día de hoy, todos se han ido desinflando y apartando salvo González que continúa sostenido por la jefa. Como siempre, ella no estaba en los momentos clave. Ninguno de ellos formará parte del nuevo gobierno, no por que alguien haya decidido que deban “purgar” sus pecados conspiratorios, sino por sensatez y coherencia política de Rajoy. Tampoco Granados que se lo ha venido trabajando estos meses tiene sitio. Pesa más su pasado que su inexistente futuro.

A tres semanas del congreso, el 2 de junio, la edición digital de El Mundo publicaba esta información relativa a lo sucedido en el Comité Ejecutivo Nacional de esas fechas: “Ignacio González fue el más duro de todos los críticos con un discurso de tres páginas previamente escrito en el que, al estilo de Esperanza Aguirre, repitió una y otra vez que «las cosas se han hecho mal» desde la dirección nacional.

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid adujo que cuando María San Gil deja la dirección del PP vasco, cuando José Antonio Ortega Lara se da de baja como militante, cuando un periódico supuestamente afín deja de apoyar al partido (se refería a El Mundo) y cuando surgen discrepancias dentro del propio equipo de Rajoy (probablemente se refería a Juan Costa, Gustavo de Arístegui y Gabriel Elorriaga) es porque se están cometiendo errores”.

En las mismas vísperas del cónclave popular, el 4 de junio, un digital de la órbita aguirrista recogía un teletipo de Europa Press en el que Esperanza Aguirre defendía a Ignacio González, que en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional citado había cargado sin miramientos contra Rajoy. El hombre de confianza de Aguirre dijo, según el despacho de la agencia,  que no se debe «caer en el relativismo, en el oportunismo cortoplacista y acomplejado, en el tacticismo» o en pensar que hay que parecerse a los «adversarios» del PP. Criticó que no se haya hecho un análisis de la derrota y que se tilde a unos de moderados y centristas y a otros de «carcas». Acusó a Rajoy de mantener al partido durante cuatro meses «sin dirección» y de invitar a una parte del partido «a marcharse del mismo». También pidió que explique cuando se perdió «el centro» que ahora se intenta recuperar. Respecto a estas durísimas críticas, la presidenta madrileña, según el mismo teletipo de E.P.,  “se mostró convencida de que esas palabras «en gran parte, en grandísima, parte están muy puestas en razón».

Definitivamente Aguirre había soltado a los doberman y Rajoy se sintió muy dolido por estos ataques de despiadadas dentelladas que ya se habían iniciado y por la boca del mismo hombre, González, en el primer Comité Ejecutivo Nacional celebrado tras la derrota del 9 de marzo.

En una de esas ocasiones, Rajoy respondió en el Comité al número dos de Aguirre y, según algunos de los presentes, dijo más de lo que en principio se escuchaba de sus palabras: “He sido Presidente de la Diputación de Pontevedra, Vicepresidente de la Xunta,  tengo y he tenido cargos en el partido, he sido Ministro de Administraciones Públicas, de Educación y Cultura,  de Interior, de la Presidencia y Vicepresidente Primero del Gobierno de España. Es posible que me haya equivocado en algunas decisiones, pero mis hijos y mi familia jamás se avergonzarán de mí porque tengo las manos limpias”. Quienes presenciaron ese momento aseguran que a Ignacio González se le llenó la frente de sudor. En ese momento al dos de Aguirre ya no le quedó duda de que no tenía ningún futuro en el organigrama del PP nacional como después se vio en el resultado del congreso de Valencia. Él y Granados quedaron fuera del Comité. Lo único que le queda, y ya se verá por cuanto tiempo, es la agarradera de la presidenta madrileña.

Entonces y todavía hoy, muchos de los que estuvieron en aquella reunión se siguen preguntando: ¿Qué había querido decir Rajoy para lograr que a González, que se sentía tan seguro hasta ese momento, le cambiara la cara y pasara por ella todo el espectro del arco íris?
Algunas publicaciones de prensa de estos años dan algunas pistas sobre ese otro enigma de Rajoy.  

Julio Quercus

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