lunes, abril 29, 2024
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Bankia renace contra viento y marea

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Cuando observó al monstruo de cerca trago saliva. Parecía imposible abarcar semejante creación. No solo era una fusión de siete desastres, sino que la criatura, en sus primeros pasos, ya se había hundido en el fango. Si sacarlo del lodo era un trabajo titánico, hacerlo despegar parecía imposible.

La flamante creación denominada Bankia, nacida de la fusión de Bancaja, Caja de Canarias, Caja de La Rioja, Caja Ávila, Caixa Laietana, Caja Segovia y la emblemática Caja Madrid, se había convertido en el mayor problema para el sector financiero del país.

A José Ignacio Goirigolzarri, exconsejero de BBVA, le ocupó quince días con sus quince noches examinar la lamentable situación de la criatura. Un agujero de miles de millones de euros, una estructura hipertrofiada debido a la fusión que la había engendrado, unos ratios desfasados -altas tasas de morosidad, poca generación de liquidez o demasiados créditos por cada depósito- y, el mayor problema de todos, la confianza y la imagen derruidas.

Con todo, Goirigolzarri aceptó el mayor reto de su larga carrera en el sector bancario, ser presidente de Bankia. Tras el desastre que significó la estancia de Rodrigo Rato, en mayo de 2012 Goirigolzarri asumió la dirección de la entidad. El bilbaíno llegó con la intención de convertirla en un banco “más rentable, fuerte y potente”. El objetivo cuantitativo que asumió Goirigolzarri fue enorme, pero en su interior era consciente de que el verdadero desafío no era una cuestión de números, sino de sensaciones. La entidad debía cambiar desde los cimientos para obtener los resultados proyectados.

Los cambios a su llegada

Los malos datos de la entidad reflejaban que en su interior nada funcionaba como debía. Los empleados más cercanos al presidente cuentan dos anécdotas, duras pero reales, que explican a la perfección la situación de la firma. La primera gira en torno a la decisión del directivo bilbaíno de portar una corbata corporativa de la entidad. No fue una decisión sin transcendencia, sino que fue una reafirmación . “Es una realidad, muchos de los empleados de Bankia les avergonzaba trabajar en el banco”, señalan desde la entidad.

La causa de esa «vergüenza» se debía a las muchas complicaciones que había tenido la entidad: Por la gran cantidad de dinero público recibido por el rescate, las acusaciones de estafar a jubilados (entre otros) por las preferentes, las 'tarjetas black’, porque sus antiguos mandatarios estaban inmersos en casos de corrupción o por su nefasta salida a bolsa.

La segunda anécdota es quizás más dura, y detalla la verdadera realidad que subyacía detrás del desastre que fue Bankia (y anteriormente las cajas que la formaron). El nuevo presidente, que cargaba a su espalda más de 25 años de experiencia en el sector, no conocía prácticamente a nadie del Consejo de Administración. Allí, en la cúpula del quinto mayor banco de España, no se sentaban personas relacionadas con el sector bancario. Por ello, Goirigolzarri cambió la formación del consejo por otro más profesional.

No fue el único cambio. También decidió acabar con un consejo formado por unas 800 personas, lo que significó un ahorro de siete millones de euros. A su vez, impuso un Código Ético de obligado cumplimiento que se ha terminado por convertir en el elemento esencial del proyecto.

Un presidente cercano

Goirigolzarri decidió potenciar su visibilidad en la corporación. A lo largo del año, el bilbaíno realizó diferentes ‘rutas’ para conocer de cerca el funcionamiento de la entidad. “El contacto con los empleados es muy importante para él y eso se nota en los empleados, es algo que sería inimaginable que hiciera Rato», ratifican desde la firma.

Si la cercanía ha sido un detalle diferenciador para los empleados, la política de información que ha puesto el presidente en marcha es vital. No hay ningún dato sobre la firma que se conozca en el exterior antes que en el interior. Los primeros en conocer cada detalle del banco son los propios empleados. La comunicación fluye en todos los niveles y permite que los empleados se sientan unidos con el proyecto.

“Me acuerdo cuando saltó el caso de las 'tarjetas black', la primera hora estábamos abatidos pero después los mensajes de apoyo se multiplicaron”, recuerdan desde Bankia. El nuevo proyecto de Bankia ha unido a sus empleados y ese convencimiento se traslada a la cuenta de resultados.

Del agujero a los beneficios

Una vez conseguido el cambio de imagen y el compromiso de los empleados, mejorar las cifras ha sido una tarea más sencilla. El equipo directivo estableció un plan con objetivos reales que se debían cumplir en los años posteriores al rescate. Muchos ya se han logrado, otros están en proceso. Uno de los más importantes es la eficiencia del negocio, el objetivo era situarse por debajo del 45% de costes sobre ingresos y ha logrado alcanzar el 43,6% en 2015. La caída (de más de 12 puntos desde diciembre de 2012) implica que el banco es ahora mucho más rentable.

Otros objetivos cumplidos: volumen de nuevos créditos, mejorar el ROE (ratio de retorno sobre el capital), generar más liquidez, desinversiones en proyectos no sistémicos o la venta en muchas empresas participadas. También se ha logrado reducir el ratio de créditos sobre depósitos, pasando del 142% en 2012 al 102% en 2015, lo que ha ayudado a equilibrar el balance.

El monstruo, por fin, parece moverse de manera coordinada. Los objetivos se cumplen, la imagen ya no está tan deteriorada y eso se traduce en beneficios. En 2013, el grupo gano 408 millones, en 2014 esa cifra subió hasta los 747 millones y en 2015 se superaron los 1.000 millones. Todo ello a pesar de tener que aprovisionar grandes cantidades de dinero debido a sus problemas judiciales.

El futuro de la entidad

El futuro de Bankia viene determinado por distintos factores. En primer lugar, el estado es el principal propietario de la entidad y su objetivo (el del actual Gobierno) es proseguir en su privatización. Por el contrario, son varias las voces que piden reconvertir el funcionamiento de la firma como un banco público.

Asimismo, Bankia es la joya de la corona que muchos bancos querrían añadir a su estructura. Los muchos rumores apuntan al Banco Santander o al BBVA, más aún después de que varios organismos internacionales hayan alertado de que al sector financiero español le esperan “unos años de fusiones y adquisiciones”.

Pero la adquisición de Bankia es un movimiento improbable. “Resulta muy complicado que alguien pueda realizar un movimiento tan grande”, explican desde la entidad. Y es que la compra de Bankia significaría un desembolso muy por encima de los 20.000 millones. La entidad tampoco puede adquirir o fusionarse con otras entidades, ya que la Comisión Europea no lo permite.

El futuro del desastre que hizo tambalear el sector financiero en España y Europa es una incógnita pero una cosa está clara, ya nadie teme nada en Bankia. La criatura ha salido del fango y ha echado el vuelo, ahora ya no es problema sino que genera ingresos para devolver lo mucho prestado. Qué es mucho, pero la entidad parece la única capaz -de todas las rescatadas- de poder devolver todo lo prestado.

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