viernes, mayo 3, 2024
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Los bancos centrales preparan al mundo para afrontar la próxima crisis

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Sacar pecho, eso es lo que han hecho los hombres y mujeres que gestionan los Bancos Centrales este fin de semana. Ni nuevas formaciones, ni emergentes populismos, ni afamados candidatos o candidatas, ni negociaciones de partidos políticos; lo que es, es: el poder se junta en las montañas de Wyoming y el paraíso de los pescadores, en Jackson Hole (Estados Unidos).

No obstante, que nadie se llame a engaño. Los gestores del dinero no han tenido nunca un desempeño menos brillante: para que quede claro: incluso en Atapuerca, el tipo de interés era más alto que ahora.

Los banqueros y banqueras centrales -por una vez la que más manda es mujer, la estadounidense Janet Yellen, que dirige la Reserva Federal estadounidense- se han reunido y después de escucharlos da la impresión de que no han hablado de otra cosa que de la próxima crisis. Lo que puede pasar, si nada cambia, no es necesariamente optimista, aunque ni los gobiernos y los banqueros centrales parecen dispuestos a archivar sus manuales.

Eso es al menos lo que ha emanado de la conferencia de Jackson Hole, un foro que reúne a lo más granado de los banqueros centrales y expertos en política monetaria a nivel planetario.

Subida de tipos de interés.

La presidenta de la Reserva Federal Norteamericana, Janet Yellen, anunció en la inauguración del campamento de banqueros centrales que las condiciones están maduras para subir los tipos de interés. La cuestión es que no ha quedado claro ni el cuando, ni el por qué. Por mucho que los datos de empleo en Estados Unidos sean consistentes y se hable de plena ocupación, nadie se atreve afirmar que la crisis se haya superado, y tampoco, para qué engañarse, se fía nadie de que los norteamericanos no vayan a hacerse un lío, votar al candidato republicano Donald Trump y armar la mundial.

En otras palabras, subirán los tipos de interés, antes o después. Y será así no porque la economía vaya bien sino porque, dice Yellen, debemos tener dispuestas las herramientas por si hay una próxima crisis. Dicho de otra manera: los tipos de interés subirán por si hay que volver a bajarlos.

Estancamiento en Europa y más allá.

En Europa o Reino Unido de bajar intereses ni se habla. La Unión Europea se arrastra con crecimientos del Producto Interior Bruto (PIB)  bastante anémicos. La terapia monetaria de Draghi ha salvado al euro de un par de líos en lo que va de crisis, pero la política no salva al Viejo Continente de la crisis. Europa vive la misma circunstancia de 'trampa de liquidez' que, en realidad, también viven en Estados Unidos y todas las economías con bancos centrales.

El pasado viernes antes del 'lunch' -porque el común de los ciudadanos comen y almuerzan pero los banqueros y banqueras centrales hacen un 'lunch'- un economista de Princeton, Christopher  Sims, explicaba a los banqueros que “las reducciones en los tipos de interés tienen sentido si estimulan la expansión fiscal, el gasto público efectivo… lo que requiere una moratoria en las normas presupuestarias de Maastricht». Cierto, el asunto depende de Alemania, pero la demanda de la expansión fiscal empieza a ser un clamor.

Los emergentes no son refugio.

Brasil y Turquía están fuera de onda, los inversores globales ya no les aman. A China no hay otro remedio que seguirla pero, entre escándalos y mala situación financiera, no puede apuntalar la economía global.

La tasa de crecimiento de Rusia también se ha desplomado. Los mercados no son sensibles a la situación de Brasil, Turquía o China: el exceso de ahorro no remunerado de todo el mundo no puede irse a los emergentes y, en lugar de invertir en términos productivos, seguirán ahorrando o poniendo dinero en inversiones de riesgo y burbujas, para pasmo de banqueros centrales y reguladores.

La guerra monetaria

En esas circunstancias, la forma de acaparar recursos para cada moneda es que las exportaciones sean más competitivas. El modelo de Japón, la llamada 'Abeconomía' –por Shinzo Abe, primer ministro – convoca a una moneda baja con bajos tipos de interés.

Las exportaciones italianas y francesas en el último par de años se pueden atribuir a un euro más barato. También en España, aunque aquí ha jugado un papel similar la reducción salarial. La política monetaria de la Reserva Federal conduce al mismo objetivo europeo: todo el mundo quiere reducir el valor de su moneda para competir con las empresas estadounidenses.

Así, todo empuja a intereses negativos

Los intereses serán bajos durante mucho tiempo. Lo han reconocido los responsables de las reservas federales americanas en Jackson Hole. De intereses negativos ni se habla: la doctrina económica no lo sostiene. Pero el presidente del BCE, Mario Draghi, ha arrastrado a los nórdicos, suizos y, un día de estos, a los autónomos y soberbios ingleses, a los tipos de interés negativos.

Mientras en Europa cualquier ciudadano lee estas noticias, en Jakcson Hole los banqueros centrales hablan del asunto con pavor. Esta política tiene como objetivo alentar a los bancos comerciales para hacer otras cosas con el dinero en vez de depositarlo en los bancos centrales: prestarlo o invertir en activos de mayor riesgo. Pero, sin embargo, el efecto ha sido reducir la rentabilidad de los bancos.

Especuladores adictos a los tipos bajos.

En 2013, la Reserva Federal, en la creencia de que el mundo se había recuperado de la crisis griega, dio a entender que comenzaría a endurecer la política monetaria. Los mercados se hundieron. Como ya se ha publicado en Estrella Digital, los especuladores se han acostumbrado a los bajos tipos y, en consecuencia, a los bajos rendimientos de la deuda: eso permite los bajistas en la bolsa, las nuevas burbujas inmobiliarias o los productos de riesgo.

Miguel de la Balsa

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