jueves, mayo 2, 2024
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Lluvia de dinero: un sueño cada vez más cerca de ser real

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Imaginen que una mañana se despiertan debido al fuerte retumbe de un rotor. Y tras ese sordo sonido, miles de voces que se agolpan tras él. Al asomarse a la ventana para contemplar qué está ocurriendo, descubre para su sorpresa que un helicóptero está arrojando billetes de 500 euros. Probablemente, se daría la vuelta pensando que es un sueño. Pero ese sueño parece que cada día está más cerca de hacerse realidad.

Pero para una misma realidad siempre hay diferentes teorías. Para un mismo problema, diversas soluciones. La realidad, a la vez que el problema, es el maltrecho estado de la economía mundial. Crece por debajo de la media histórica y, además, ese crecimiento se contrae con cada vez más virulencia.

Las dos explicaciones reinantes sobre el llamado ‘estancamiento secular’ al que se acerca la economía son: Una importante falta de demanda, esto es, que el consumo cae y con ello los precios, lo que afecta a la cadena productiva y al empleo. La segunda, insiste en que el problema es la existencia de un exceso de oferta, creada durante los años de la burbuja y que la nueva demanda ajustada no puede asumir. El problema es que ambas teorías son excluyentes, esto es, que las medidas que solucionan el problema según una teoría, empeora el escenario si en verdad ocurre la otra. Por lo tanto, el enfrentamiento está servido.

Y, ¿cuál va ganando? Hasta ahora, predomina la primera. Por ello, se han aprobado en los últimos años más de 600 bajadas de los tipos de interés y se han inyectado decenas de billones de yenes, yuanes, euros y dólares. Pero el resultado ha sido lamentable.

Los economistas argumentan que el problema es que todo ese dinero no ha llegado a la economía real y se ha quedado en los mercados financieros. Por ello, creen que se deben adoptar medidas más ortodoxas (que nunca se han usado en países desarrollados capitalistas) como el denominado helicóptero monetario.

¿Qué es el helicóptero monetario?

No, el denominado helicóptero monetario no es una aeronave sobrevolando una ciudad mientras vacía sacas de billetes de 500 euros. Aunque sí nace de la idea de que el dinero recién impreso tiene que llegar directamente a las manos de los ciudadanos. En concreto, la gran revolución que establecería este instrumento es que el dinero que recibirían no cuente como deuda.

Hasta ahora, una de las maneras de inyectar dinero en las economías es a través de la deuda. Los estados emiten bonos que compra el Banco Central como parte de los planes de estímulo, pero no ha tenido efecto sobre la economía real salvo para disparar la deuda. El Banco Central de Japón va a llevar a cabo el octavo plan de estímulo tras años de crecimiento cero y con la deuda ya cerca del 240% del Producto Interior Bruto (PIB).

Entre los economistas más influyentes a favor del helicóptero, sobresale el expresidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, que se mostró a favor de su operatividad ya en 2002. También sobresalen Adair Turner, supervisor financiero del Reino Unido tras la caída de Lehmann Brothers, o Rai Dalio, creador del 'hedge fund' Bridwater (que gestiona cerca de 160.000 millones de dólares). Incluso Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, recalcó que era un “concepto muy interesante”.

Difícil puesta en marcha

La dificultad más grande que plantea es cómo puede alcanzar ese dinero a todos los ciudadanos. La idea primera de utilizar los canales bancarios, para que así fluyese el crédito, ha fracasado por la falta de crédito solvente. De hecho, desde que se puso en marcha en Europa el excedente de liquidez de los bancos se ha multiplicado por seis.

Por tanto, ¿cómo puede llegar a todos? Las respuestas a esta pregunta son varias. En primer lugar, la más sencilla parece a través de un apunte bancario en la cuenta de cada ciudadano. Aquí entraría en juego el número de ciudadanos con cuentas abiertas y cómo evitar posibles fraudes.

En segundo lugar, el Estado obtendría el ingreso que le permitiría bajar impuestos. Pero en este caso, el problema plantea cómo centralizar una reforma fiscal capaz de repartir el mismo dinero a todos los ciudadanos.

Por último, está la opción de plantear una emisión masiva de cheques al portador, que hay quien opina que deben ser para ser consumidos en un período determinado de tiempo. Pero de nuevo eso abre ciertos problemas, en primer lugar que si no es para consumir no tiene porque revitalizar la economía y si se utilizan podría provocar situaciones de desabastecimiento e incrementos de precios abruptos.

¿De dónde salió la idea?

Paradójicamente, la idea viene del Nobel de Economía, Milton Friedman, que mostró que su efecto no funcionaría. En su obra ‘Las paradojas del dinero’, Friedman utilizó la metáfora de un helicóptero repartiendo dinero para simular qué ocurriría en una economía si el estado daba dinero directamente a sus ciudadanos.

Según el relato del Nobel, dicho reparto de dinero se introducía en una sociedad muy eficiente en el reparto de tareas, donde el dinero era un elemento imprescindible, esto era una comunidad en la que cada individuo produce aquello en lo que esta mejor preparado. Además, estableció que el reparto era equitativo.

Friedman, posteriormente a la llegada del helicóptero, se hacía la pregunta de si los ciudadanos eran más ricos, a lo que respondía que no. Según argumentaba el Nobel, los ciudadanos no eran más ricos porque dicho dinero no generaba más capacidad adquisitiva sino que produciría inflación. La explicación era que al no crecer el número de bienes intercambiables al mismo nivel que el crecimiento del dinero, el sobrante se ajustaba a esos bienes incrementando su precio.

Pedro Ruiz

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