sábado, abril 27, 2024
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Lo mejor que nos puede pasar

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Lo confesaba sincera y descarnadamente un dirigente socialista que no oculta su preocupación por el posible pacto entre su partido y Podemos.

Preocupación porque, como ocurre con la mayoría de los españoles incluido un porcentaje importante de votantes del PSOE, no se fían un pelo de lo que prometan o incluso firmen Pablo Iglesias y sus afines, y se mueven entre la satisfacción que les produciría recuperar el gobierno para el socialismo, y la angustia de que ese gobierno esté al albur de lo que decidan en cada momento los antisistema, que además presentan una división interna que no augura nada nuevo. Si ya había dudas sobre la capacidad de Pablo Iglesias para mantener sus promesas -los bandazos han sido constante- la intranquilidad se acrecienta cuando se ve que lo que dice no va a misa ni mucho menos. Las voces discordantes en el seno de Podemos son ya un hecho, lo que significa que los 69 supuestos votos que aportaría Pablo Iglesias se pueden ver muy disminuidos según qué propuestas presente al Parlamento Pedro Sánchez en el caso de que lograra ser investido presidente de Gobierno.

Rajoy estará quieto en Moncloa -o eso parece, aunque quizá mueve hilos que no conocemos- pero el PSOE está llorón y también quieto

“Lo mejor que nos puede pasar es que no se alcance el acuerdo con Podemos”, decía el preocupado socialista. Para añadir que no le gustaba de ninguna manera que Rajoy fuera presidente y el PSOE estaba obligado a hacer lo que estuviera en su mano para evitarlo “Pero no estaría mal que se celebraran nuevas elecciones y que presentáramos un candidato incuestionable, de peso,  que provocara confianza en nuestra gente y fuera votado  por un porcentaje de españoles similar a los que no han dado su apoyo durante los últimos años.  Saldríamos a ganar al PP, no como ahora que hemos salido a ganar a Podemos. Ese ha sido el gran error de Pedro, además de otros. Y por eso estamos como estamos, con el peor resultado de nuestra historia y buscando como medio de supervivencia pactar con el partido que nos parece menos adecuado para  España”.

Esa idea, nuevas elecciones con otro candidato en el PSOE, la descartan sin embargo otros socialistas de renombre. No porque consideren que Sánchez es el mejor candidato son porque “no da tiempo a abrir el proceso de sucesión, que debe hacerse a través de unas primarias”. ¿No hay modo de acortar los plazos en caso de emergencia? No, no se pueden acortar los plazos, responde el interlocutor. Se comprende por tanto la desazón que se percibe en las filas socialistas.

No les falta razón, esta periodista comparte al cien por cien esas preocupaciones que son tan evidentes que un buen conocedor de las entretelas actuales del PSOE menciona los nombres de las únicas personas que a su entender apoyan ahora mismo a Pedro Sánchez. Y se cuentan con los dedos de una mano. De una, no de las dos manos. Pero dicho eso, admite que es difícil que el PSOE puede frenar el disparate que quiere cometer Pedro Sánchez. Y pronuncian esa palabra disparate.

Sin embargo no sirve de nada que miembros relevantes del partido se expresen en esos términos: se quejan de la inmovilidad de Rajoy, pero también los dirigentes más influyentes del Psoe están inmóviles ante lo que puede suceder. Se limitan a pronunciar  frases lapidarias sobre lo que significa el pacto con Podemos, y punto. En petit comité dicen incluso que no darían credibilidad a Iglesias si anunciara su renuncia a celebrar un referéndum en Cataluña, pero en cuanto aparecen en público, bien que siguen diciendo que si Podemos acepta las líneas rojas marcadas por el comité federal del PSOE, nada debería  impedir el acuerdo de investidura.

Rajoy estará quieto en Moncloa -o eso parece, aunque quizá mueve hilos que no conocemos- pero el PSOE está llorón y también quieto. Llorón porque a la mayoría de los socialistas les produce un profundo rechazo el  pacto con Podemos, y quieto porque sus llanto no se traducen en hechos.  ¿Lo harán en el  comité federal del día 30? Apostemos. Seguramente solo se pronunciarán unas frases de descontento.  Como viene siendo habitual.

Pilar Cernuda

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