No es secreto que en España, país muy cultivado, hallan asilo los monos más poéticos de la historia, incluso en la condición ectoplasmática que sigue a su muerte física.
Así, nada nos extrañó a los cazafantasmas de monos infames que rondaran por España Maurras y Céline en comandita… Total, se comprendía bien que así fuera, dado el ruizgallardonismo, el rajoyismo y el fernandezdiazdismo imperante por aquí, movimientos exquisitamente literarios, como se sabe.
Avisé, pues, a la buena moza y excelente cantante que es Marie Modiano, de que ambos fascistas franceses, tan literarios, sabedores de su raigambre sefardí, planeaban atentar contra ella mientras se producía su debut artístico en España. También me puse en contacto con un personaje literario debido al padre de Marie, que no es sino el escritor francés Patrick Modiano. El general Tobi Cohen, de los servicios secretos israelíes, al que, si bien es cierto que Patrick Modiano trata sin deferencia (léase, de Modiano, su Trilogía de la ocupación), yo, cazador de fantasmas, admiro mucho. No plantea un mínimo de tolerancia con el nazismo, ni ya firmada esa paz mundial a la que aspiran las concursantes en Miss Universo.
El general Tobi Cohen y yo fuimos al zoológico de los fantasmas de los monos nazis. Allí estaba también otro monicaco, el rechonchete y amadamado literato Robert Brasillach, fusilado que fuera por orden directa de De Gaulle. Les oímos una conversación divertida:
–No sé cómo no te fusilaron –se quejaba Brasillach a Céline–. ¡Si delataste a más gente que yo…!
–Por ser un escritor más interesante que tú, ¿no? –replicó Céline, altivo–. Incluso varios estúpidos intelectuales izquierdistas pidieron a De Gaulle que me perdonase la vida… Tu literatura es una mariconada monjil y burguesa –escupió Céline–. ¡Si hasta Jünger lo decía! Qué te habrás creído…
Intervino Maurras, con aquellas sus maneras melifluas. Las mismas con que en 1931 pidió en su periódico que se disparase por la espalda a Léon Blum, por judío e izquierdista (claro que también lo había pedido en 1928, el comunista Louis Aragon, en un poema mendaz titulado Feu sur Léon Blum, acusando a Blum de socialdemócrata).
–¡Acción Francesa! –gritó Maurras, callándolos.
Marie Modiano me recibió en su hotel en bata, potentísima; su belleza un tanto agreste, su morenez que tan deleitosamente se bamboleaba de caderas; su, en fin, golosura galana, me hicieron tartamudear cuando inicié mi relato informativo.
–¿Y si les dedicamos una noche americana? –me dijo burlona.
Tonto, pensé yo en la película de Truffaut.
–¿Qué tiene que ver el cine? –dije, imbecilizado.
–No, no –rió Marie Modiano–. Digo de hacer una americanada, una cosa como de silla eléctrica. Si es que se puede ejecutar a los ectoplasmas, claro…
–Se puede. Como a los vampiros.
–Bien, pues llévemelos al backstage, que yo me encargo.
El general Tobi Cohen y yo cazamos a los monos ectoplasmáticos en su zoológico ad hoc. No a Brasillach, que ya fuera fusilado en su momento.
En el backstage de la sala donde debutaría Marie Modiano había un par de sillas metálicas, como de terraza de bar de antaño. Allí los atamos, a Maurras y a Céline.
Fue algo relacionado con la electricidad. Yo soy un intelectual y no sé ni enroscar bombillas. Marie aceptó bien al general Tobi Cohen.
–Tranquilos, no se lo diré a mi padre –prometió–. Yo soy más guerrera…
No sé, repito, qué fue lo que conectaron a las sillas, pero Marie tomó una guitarra eléctrica, pulsó las cuerdas, y ambos se desintegraron como los vampiros de John Carpenter cuando les casca el sol, cazados por James Woods y Daniel Baldwin.
Marie, de noche, estuvo magnífica. Con su contoneo en la canción New Wings of Mine, nos puso a todos en pie.
José Luis Moreno-Ruiz