domingo, mayo 5, 2024
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Y en eso llegó Rajoy y mandó callar

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Se les veía felices en Valladolid. Venían de semanas de cismas, de abandonos, de desplantes, de portazos. Así que decidieron reunirse, hacer terapia de grupo, conjurarse contra los elementos. Espantar fantasmas. Cerrar filas. Y en ese clima, y tras haberse relamido con la crónica de la derrota del eterno rival en su periódico de referencia, el presidente se vino arriba, se envalentonó y… mandó callar. Aplaudir y callar.

Porque, por si no se han dado cuenta, sobran los motivos.

Si en el último mes 113.097 personas han engrosado las listas del paro y 184.031 han dejado de cotizar a la Seguridad Social; si desde que han vuelto al Gobierno se han destruido un millón de empleos; si 700.000 hogares carecen de ingresos y 1,8 millones tienen a todos sus miembros en el paro; si se disparan los contratos a tiempo parcial y por menos de un mes y se sustituyen empleos indefinidos por temporales; si la movilidad exterior es el pan nuestro de cada día… Eso no es preocupante, porque el dinero nos llega por todas partes.

«El presidente se vino arriba, se envalentonó y…mandó callar»

Si, gracias a la reforma laboral, las grandes empresas se descuelgan de los convenios colectivos y rebajan salarios un 10% de media; si los sueldos de los directivos aumentan en relación inversamente proporcional a lo que bajan los de los demás trabajadores y se abarata el despido; si obtener un trabajo ya no garantiza salir de la pobreza, la clase media está desapareciendo y la brecha de la desigualdad se está agigantando… Eso no es preocupante, porque España vuelve a asombrar al mundo con sus décimas de crecimiento.

Si las facturas de la crisis se le están endosando a quienes no la generaron; si se está aprovechando el momento para desmantelar el estado del bienestar con recortes sociales que rompen la igualdad de oportunidades y que penalizan a quienes más necesitan la red de seguridad de los servicios públicos; si lo que importa es españolizar a los alumnos catalanes y no garantizar becas de estudio a todos los españoles; si se despide a médicos y personal sanitario y se excluye de cobertura sanitaria a los inmigrantes y a quienes se tienen que ir al extranjero en busca de las oportunidades que en su país se les niegan… Eso puede esperar, lo importante es que los mercados tienen apetito por nuestra deuda.

Si las ayudas a los dependientes han pasado de ser un derecho a un lujo asiático del que hay que prescindir; si la dignidad de las pensiones ha pasado a medirse, como la prima de riesgo, en puntos básicos desligados del coste de la vida; si se disparan las listas de espera y los enfermos deben pagar hasta por la farmacia hospitalaria… Eso es secundario, lo principal es que España empieza a verse como una de las economías más competitivas del mundo.

Pues no, presidente, ni el Gobierno está para ordenar, ni la oposición para callarse

Si las leyes en cocina amenazan con restringir nuestro derecho a la huelga y con privarnos de poder protestar en la calle multándonos por ello; o con privatizar nuestra seguridad y otorgar rango policial a agentes privados al servicio de intereses privados; si se va a cebar el negocio de la seguridad privada en detrimento de la seguridad pública… Eso son minucias, porque hoy se habla de cuán grande será la recuperación.

Si la reforma del aborto nos retrotrae a tiempos que creíamos superados; si la maternidad forzada es más importante que la maternidad deseada; si la libertad de conciencia de las mujeres es prescindible y violentable; si la prioridad no es combatir la violencia machista sino controlar el destino del vientre materno; si “las mujeres son como las leyes, están para violarlas”… Eso no es preocupante, porque ya hay luz al final del túnel.

Estos son los “méritos”. Y a callar.

Pues no, presidente, ni el Gobierno está para ordenar, ni la oposición está para callarse y dar tabaco.

Porque la realidad es la que es y no la que ustedes quieren contarnos. Porque la economía no tira y su ideología nos arrastra, sí, sobran los motivos. Pero no para aplaudir y callar, sino para denunciar y combatir.

José Blanco

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