domingo, mayo 5, 2024
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La galaxia de ‘El Príncipe’

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«Hace muchos años, en una galaxia muy muy lejana…». Así empezaba la primera trilogía de la mítica saga de George Lucas, y así podría haber comenzado la serie El Príncipe que estrenó el pasado martes Telecinco, con más éxito de público que de crítica. Lo primero habría que cambiarlo por la actualidad, pero lo segundo sí es realmente correcto, ya que esa zona era para la mayoría de los españoles un mundo desconocido y en un sitio más alejado que las Seychelles (éstas las conocen más compatriotas que el barrio en cuestión).

Cambiar ese anonimato y, según decían sus protagonistas, acercar ambas culturas, la cristiana y la musulmana, demostrando que pueden convivir en paz, era uno de los objetivos que perseguía la serie. Después de ver el primer capítulo habrá que ir pensando en otros más asequibles.

Y es que más acercar culturas lo que va a provocar, a este ritmo, es que se alejen todavía más. El «moro» es todavía más malo ahora que el pasado lunes, y el culpable de todo lo malo que acontece en esa localización ceutí. No hay leones a los que arrojar a los cristianos, pero sí palos, piedras y navajas con los que golpearlos y pincharlos si intentan escapar.

Coronado, por muy poli corrupto que sea, y Álex González, por muy chivato de mierda que sea (así es como se termina definiendo a los «infiltrados»), son los compatriota en apuros a los que hay que salvar de moros y narcotraficantes tan malos como Rubén Cortada, por muy bueno que éste esté.

Ese es el principal argumento que se echa abajo al darle un primer vistazo a esta producción tan esperada. A partir de ahí, todos los demás, empezando porque ni disimula tan bien como se creía los efectos del croma ni la realización es tan magnífica como se nos había vendido.

Lo primero te mantuvo al menos entretenido en su primera entrega, intentando discernir qué planos se habían grabado realmente en escenarios naturales y cuales eran fruto de los efectos especiales de los que tanto se nos había hablado. Lo malo es que lo que uno creía que iba a ser complicado de resolver terminó siendo más fácil que pegarle a Ronaldo en San Mamés.

De lo segundo dan buena cuenta fallos como mostrar a un policía hablando con un iphone cogiéndole del revés, o acudir una sola patrulla a un sitio conflictivo de El Príncipe, o mostrar el desembarco de un ferry en un sitio en el que nunca se produce el mismo, o hablar de la Avenida de los Poblados cuando esa calle no existe en Ceuta, o ubicar el bar cercano a la comisaría en un paseo marítimo que nunca ha existido en el barrio.

Al margen de ello resulta cuando menos curioso que al final siempre terminaran todas las tramas en la plaza que hay delante de la casa de la familia del narcotraficante buenorro, que la hermana de éste vaya maquillada y con el velo como el que lleva un fular, cuestiones que se cuida muy mucho de evitar las mujeres musulmanas, o incluso que su nombre fuera Fátima, más propio del cristianismo que otra cosa.

Que la ha visto mucha gente, pues sí señor. Que la va a seguir viendo mucha gente, pues también. Que Coronado vuelve a bordar el papel de poli malo, de nuevo de acuerdo. Que los otros dos protas masculinos están muy macizorros (y de ello ya dieron muestra sus torsos desnudos a las primeras de cambio), pues no le voy yo a decir que no. Que Hiba Abouk, la tabernera, la novia de Faruq y hasta la siempre sexual Elia Galera van a gustar a los espectadores masculinos salidorros, pues sí señor. Pero que la serie no tiene la misma calidad de El tiempo entre costuras, pues también. En todo estamos de acuerdo. ¡Viva la democracia!

 

La mosca

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